Embarazo

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Siendo sinceros, Samira jamás se había pensado en esa situación, ni siquiera cuando había comenzado a salir con Mark. La verdad es que ser madre no estaba en sus planes de vida, y parecía que a su omega le pasaba lo mismo, porque nunca habían hablado de niños en un futuro.

Sin embargo, ahí estaba, vigilando que su omega no se lastimara en mitad de su saqueo a la cocina. Tres meses pasaban más rápido de lo que parecía, la cuenta de ahorros que tenían para emergencias había pasado a llamarse “la cuenta de ahorros para el bebé que no se llamará Emma”.

—Vas a caerte. —aunque si Mark seguía haciendo malabares para alcanzar las galletas que estaban escondidas al fondo de la alacena, seguramente pasaría a llamarse “la cuenta de ahorros para salvar al omega embarazado que no quiere seguir la dieta del médico”.

——Si no vas a ayudarme, entonces no hables. Me desconcentras.

Y Samira quería ayudarlo, pero Mark había subido el doble del peso que debería haber subido para sus tres meses de embarazo, y el médico le había dicho que tenía que restringir sus antojos o solo le perjudicaría.

Pero, por supuesto, su omega no entendía, y decidió que si su alfa no le daba sus galletas, entonces las buscaría él solito.

Suspirando, Samira se levantó del sillón y caminó hasta él, para bajarlo de la escalera improvisada con una silla, libros y un tupper, que su novio había hecho.

—Amor, vas a hacerte daño, ¿realmente valen la pena esas galletas? —le preguntó tomándolo de la cintura. Mark miró hacia abajo y le sacó la lengua infantilmente, porque claro, él era su bebé y tenía todo el derecho de actuar infantilmente con su alfa.

Samira solo rodó los ojos y lo jaló para cargarlo en sus brazos. Mark chilló enojado y comenzó a darle manotazos. —¡Ya casi las alcanzaba!

—El doctor dijo que no podías, ya te comiste tus galletas de hoy, no seas terco. —Samira lo bajó al suelo y besó su frente ceñuda. —Ven a ver una película conmigo.

La mujer se giró para salir de la cocina, pero al darse cuenta de que su omega no la seguía volteó a verlo.

Podía ver su expresión enojada, Mark descruzó sus brazos para estirarlos hacia ella.

—¿Qué? —preguntó conteniendo una sonrisa. —¿Quieres que te cargue como princesa?

—No soy una princesa. —Samira rodó los ojos y se acercó para abrazarlo por los hombros.

—Por supuesto que no, cariño, tú eres un rey. —aseguró frotando su nariz con la contraria. —Pero, si te cargo como a uno, seguro que terminas golpeandote con el marco de la puerta.

Mark la miró curioso. —¿Por qué? ¿Cómo me cargarías?

—Sobre mis hombros, para que estés por sobre mí, estoy debajo tuyo, amor.

El omega arrugó la nariz disgustado con la idea y negó. —No estoy sobre ti, estoy a tu lado.

Samira dejó un besito en su nariz y lo soltó. —¿Entonces caminarás conmigo hasta la sala?

—No, mejor cargame como princesa.

La mujer rió fuertemente y asintió, alzandolo desprevenido.

...

Samira descubrió, para su gran contento, que Mark olía considerablemente más dulce estando embarazado. Gracias a eso, ella tenía que soltar más feromonas para cubrir el aroma de su omega, porque si no su novio se ponía de mal humor. Pero había notado que ella misma se relajaba más rápido teniendo el aroma de su omega por todas partes queriendo igualar al propio.

Siendo UnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora