Cocina

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Los estereotipos dictaban que Mark debería ser bueno en la cocina como un buen omega, y no es que no lo fuera, pero mentiría si dijera que disfrutaba de cocinar.

A veces la comida le saldría deshabrida y los hotcakes deformes, a veces la carne no estaría bien cocida o  a las verduras les faltaría hervirse.

Pero eso no quería decir que fuera malo, cuando estaba de buen humor podría hacer algo bueno que hiciera a su alfa pedir segundo plato.

Sin embargo, los casos eran tan escasos que Samira tendría que resignarse la mayoría de los casos.

—Mark. —llamo la mayor, tirada boca abajo en la cama y pegada al costado del cuerpo del chico sentado, su voz siendo amortiguada por lo mismo. El omega a su lado mantenía su teléfono con una mano y con la otra acariciaba los cabellos de la chica.

—¿Hmm?

—Tengo hambre. —gimoteó sintiendo a su estómago rugir por llevar toda la tarde en la cama sin comer desde la mañana. Levantó el rostro para recibir contestación del menor, pero el pequeño omega no parecía interesado en hacerle caso a su alfa. —Maaaark, tengo hambreee. —alargó las vocales con flojera.

—Hay leche y cereal, confío en que sabrás qué hacer con esa información, guapa. —el chico dejó un momento el teléfono para mirarla y guiñarle el ojo.

Samira puchereó. —Pero amor, eso desayunamos.

—Entonces ve y busca algo para que cocines.

—¡He cocinado toda la semana!

—No soy yo quien está pidiendo comida.

Samira gruñó por lo bajo y dejó caer su rostro en la cama de nuevo. Su estómago volvió a rugir. Suspirando giró sobre la cama para quedar boca arriba y ladeó la cabeza para observar a su novio.

Observó el rostro aburrido del menor y luego desvío la mirada hasta las bonitas piernas morenas apenas cubiertas por el corto short negro de su chico.

Sonrió cuando notó que una pequeña marca roja se asomaba desde el muslo lampiño de su novio. Llevó la mano izquierda al muslo del omega y presionó la marquita con el pulgar, Mark ni siquiera se inmutó, acostumbrado a la fijación que tenía su alfa con sus piernas.

Sin embargo su cuerpo comenzó a reaccionar cuando los dedos delgados subieron un poco más por debajo de su short.

—Samira. —llamó con tono de advertencia a su novia.

—Mmh.

—¿No es que tenías hambre? —dejó el teléfono sobre la cama y miró a la mayor, quien sonreía con falsa inocencia.

—Sí mi amor, estoy por comer.

Mark jadeó sorprendido cuando fue jalado de las piernas y terminó acostado en la cama con la mayor encima.

Samira abrió las piernas del omega y se colocó entre ellas. Mark la tomó de los antebrazos cuando sintió las manos frías de su alfa colarse por debajo de su suéter.

—Estás fría. —se quejó con el ceño fruncido mientras estiraba el cuello para dejarle paso a los labios de la chica.

Samira rió levemente y se pegó un poco más al cuerpo debajo suyo para frotarse ligeramente contra él. —¿Seguro?

Mark suspiró relajandose para acostumbrarse a los toques de su novia, sin embargo, no pudo evitar reír cuando el estómago de la alfa sonó.

Tomó por los hombros a la chica y la empujó para quedar sobre ella. Sonrió coqueto y acarició con sus labios los de la mayor, tentadola a besarlo, pero se levantó antes de que alcanzara a hacerlo.

Samira frunció el ceño y abrió la boca para quejarse antes de ser interrumpida por su novio.

—Te dejaré comerme las veces que quieras después, primero te haré algo de comer o no llegarás a la segunda ronda.

Sonrió burlón antes de salir del cuarto. La alfa se dejó caer de espaldas en la cama cuando el trasero redondo de su novio desapareció de su vista tras la puerta.

Sonrió resignada a esperar a que el bulto entre sus piernas bajara por sí solo.

En la cocina Mark prendía la estufa con una ligera sonrisa. Mark odiaba cocinar, y por eso a veces la comida no salía muy bien, Samira en cambio era buena en la cocina, y solía disfrutar de preparar de comer a su novio, pero no había nada que disfrutara más que ser mimada con un platillo de parte de su omega.

Y por eso sucedían esos pequeños y especiales momentos en los que sería Mark quien cocinaría.

Porque para Mark no existía otra razón más allá de su novia para acercarse a la estufa.

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