En cuanto pudo recuperar conciencia de su cuerpo. Samira se encontró con una de las vistas más hermosas que haya visto alguna vez. Y de pronto todo a su alrededor desapareció, solo estaban ella y él.Envuelto en mantas azules, con el cuerpo rojo e hinchado. Pequeño, diminuto, frágil y siendo mucho más de lo que pudo haber esperado nunca.
No fue hasta que su vista se nubló que supo que estaba llorando, lo tomó entre sus manos temblorosas y lo acomodó contra su pecho. Él olía a ella, olía a preticor y vainilla, a leche endulzada y a calidez.
Y era una combinación tan perfecta de aromas, que si había algo que llenaba su mente en ese preciso momento, sin duda era amor, puro, sincero y yano amor.
Él no abrió los ojos, o la boca, sus manos estaban empuñadas y el cabello apenas crecía en su pequeña cabeza, sin embargo, Samira pensó que no necesitaba de nada más para saber que entre sus manos tenía a la mitad de su mundo.
—Me gusta Dean.
La alfa parpadeó rápidamente en un intento de eliminar sus lágrimas y salir de su estupor. Levantó la vista, encontrándose con el rostro cansado y sonriente de su omega.
—¿Qué? —murmuró, su voz saliendo ronca y tambaleante.
—Dean. —repitió con dulzura, levantando con cuidado su mano para acariciar el brazo de su alfa. —¿Qué te parece llamarlo Dean?
—¿A nuestro bebé? —lloró la mujer, Mark rió enternecido y asintió.
—Sí, a nuestro bebé.
Samira volvió a mirar al pequeño ser en sus brazos y sollozó moviendo la cabeza de arriba a abajo. —Me gusta Dean, mi pequeño Dean. —gimió frotando su nariz en la mejilla del bebé, marcandolo con su aroma otra vez.
...
—Tan bonito. —susurró acariciando la pequeña mano de su hijo. Mark estaba a su lado dormitando, rodeando con un brazo al niño. Los tres encerrados en el nido de su omega, el cual era incluso más cómodo de lo que parecía a simple vista.
Samira desvió la vista de su bebé para enfocarla en su novio, sonrió conteniendo las ganas de gritar y se inclinó frotando con su nariz la mejilla del castaño. Mark se removió abriendo los ojos. Tenía unas pequeñas ojeras y el cansancio se traslucia en su rostro, pero seguía viéndose como el omega más precioso de todos.
—Hueles bonito. —murmuró contra su mejilla, Mark casi sintió deseos de bufar.
—Huelo a ti, has estado marcandome toda la semana, todo el tiempo. —empujó a la mujer y se sentó con cuidado de no despertar al pequeño a su lado. —No debe de faltar mucho para que despierte, ya casi es su hora de comer.
Samira asintió y besó su mejilla. Mark cerró los ojos apoyándose en el hombro femenino. De inmediato sintió caricias en su cabello.
La mujer lo arrulló cariñosa, ignorando las horas de sueño que les faltaba a ambos, no tanto por el llanto de Dean, sino por la imperiosa necesidad de protegerlo que sus lobos sentían a cada minuto.
Mientras que Mark rara vez podía despegar sus ojos del bebé, Samira daba grandes vistazos a la puerta cerrada con seguro, saliendo únicamente por comida y al baño.
No tuvieron que esperar mucho, antes de que los gritos de su cachorro se escucharan, llamando de inmediato la atención de la pareja. Mark lo alzó entre sus brazos y lo pegó a su pecho descubierto, permitiéndole rodear con su pequeña boca su pezón.
Lo sintió succionar al instante, provocando una mueca por el dolor que sentía. Samira pasó a tomar su forma animal, colocándose detrás de él y sirviendo como respaldo.
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Siendo Uno
RomanceSamira es la alfa de Mark y Mark es el omega de Samira. Siempre ha sido así. "Porque no me siento completo si no estás tú. Porque somos dos, siendo uno"