Llévame a la cima... (Douglas Booth as Nikki Sixx)

1.5; No eres tú.

 - Bueno, solo por ser tú - Despegó algo de la tapa del acetato antes de entregármelo amablemente. Me sonrió y sin decir nada se dio la vuelta.

- Oye - Llamé su atención - No mientas - Sabía que lo que había despegado era el precio real. Supuse que era una forma tonta de querer cortejar a una mujer- Quiero ver el precio real - Se detuvo en seco sin dirigirme la mirada y ni una sola palabra. No quería hablar  fuerte para que nadie se diera cuenta de lo que sucedía. Mi intención no era que lo sancionaran por ello.

- Ya lo hice una vez , y eso no te molestó - Me quedé fría en ese momento - No creo que ahora deba molestar, ¿o si, Gunner?

Ahí fue donde realmente me asusté. Ese nombre, aquel nombre que jamás había salido de mi casa de Seattle hacia alguna otra parte del país. Ni siquiera me moví de mi posición, solo lo observé de lejos mientras se giraba para mirarme. Con esos mismos ojos que me habían suplicado ayuda años atrás.

- ¿Frankie? - Ese nombre brotó naturalmente de mi boca, sin esfuerzo, pero si con muchos recuerdos en el.

- Hola - Era él, pero a la vez ya no. Me regaló media sonrisa. De esas que te aprietan el corazón por la melancolía que emana de ellas.

Involuntariamente abracé el acetato sobre mi pecho mientras lo observaba acercarse a mi - Cuanto tiempo, ¿no Frankie? - Sentí que el reloj se detenía en ese momento, pero no lograba entender bien el porque.

- Lo sé, que gusto volver a verte, Gun - Esa media sonrisa regresó mientras que un mechón de su cabello negro, largo y alborotado cayó sobre su rostro, y eso, es si me puso nerviosa. No lo recordaba tan , ¿guapo?

- Bueno, ya debo irme Frank, solo estaba dando un paseo - Traté de no escucharme nerviosa - Pero quiero llevarme esto - Dije mientras que con la mirada señalaba el acetato que tenía abrazado a mi pecho.

- Oh si, claro, déjame envolverlo para ti - Estiró su mano para que le entregara el acetato.

Lo seguí hasta el mostrador donde una chica nos miraba atentamente mientras atendía a un hombre de mediana edad. Frankie anotó algo en un papel y lo estiró hacia mi. "Solo veinte dólares". Luego habló en voz mas alta.

- Cincuenta dólares por favor - Le entregué un billete de cien, pensando que él solo estaba jugando con lo del descuento. Pero cuando vi los ochenta dólares de cambio sobre el mostrador me di cuenta de que no, no bromeaba en absoluto.

- Frankie...

- Espero volver a verte pronto, Gunner.

Dejó el acetato frente a mi y se fue para atender a algún otro cliente que había entrado por la puerta de la tienda. Supuse que tendría mas trabajo por hacer, indudablemente, su charla conmigo había terminado ahí.