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Había polvo levantado por todas partes y humo mucho humo

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Había polvo levantado por todas partes y humo mucho humo.

Levanté mi rostro de la tierra, tosí para intentar sacarme las partículas de tierra de los pulmones. Seguí tosiendo. Me pitaban los oídos. No era capaz de oír nada más que un pitido.

Miré hacia al coche que estaba en llamas, yo no sé como he acabado aquí, pero al parecer la explosión ha sido tan fuerte que mi cuerpo ha salido disparado del vehículo. ¿Dónde están John y el chofer? No alcanzo a verlos con tanto humo y las llamas saliendo del coche.

Estaba tan desorientada, todos mis sentidos estaban aturdidos, solo sentía sangre y tierra pegada a toda la piel y ese pitido tan aturrullante. Intenté levantarme del suelo pero no podía, mi cuerpo no podía levantarse, no reaccionaba. No podía escuchar nada y aunque mi cuerpo no reaccionaba el hecho de no poder escuchar nada era lo que más me agobiaba.

Vi unas manchas negras acercarse rápidamente. Eran coches de los estafadores, se estaban acercando a nosotros para ayudarnos, supongo que escucharon la gran explosión y vienen a saber qué pasa.

Tony se acercó a mi corriendo, se agachó y me miraba angustiado y me decía cosas, me hablaba, pero el pitido de mis oídos no me dejaba escuchar nada.

Yo lo miraba con los ojos bien abiertos, con todo el rostro lleno de sangre y tierra, pero las palabras no salían de mi boca. Tony al ver como mi cuerpo no reaccionaba de ninguna manera me cogió en sus brazos.

Apresurado me llevaba en su brazos hacia uno de los coches, me miraba preocupado me hablaba pero no podía escucharlo, parecía que me estaba gritando para que reaccionara, eso me indicaba el esfuerzo que su rostro estaba llevando a cabo, yo solo lo miraba, miraba sus labios intentado descifrar lo que me decía.

–No te duermas ¿vale? ¡Aguanta!–era lo que podía entender leyendo los labios de Tony, no estoy totalmente segura si de verdad había dicho eso pero mi mente le había dado esa interpretación.

–Scottson y el chofer.–pude decir al fin. Ellos estaban dentro del coche y con el cinturón, yo creo que he podido salir disparada del coche de la operación precisamente por no llevar el cinturón.

Los brazos de Tony me agarraban fuertemente mientras me llevaban hacia un vehículo apresuradamente. Miró alrededor con auténtico pavor en su rostro.

Tony me miró y me dijo algo pero yo seguía solo escuchando ese pitido tan molesto.

Miré hacia el coche que estaba en llamas y rodeados de estafadores ayudando a John y al conductor.

Tony me metió con mucho cuidado en los asientos traseros del coche, tumbada y él se sentó en el asiento del conductor y comenzó a dirigirse rápidamente hacia el Centro de Control; mis ojos se estaban haciendo pesados y es lo último que recuerdo de ese momento.

***

Muy bien pequeña, tú tranquila, lo estás haciendo muy bien.–me decía Mustang a través del pinganillo hace tres años cuando hice mi primera operación.

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