2.

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–Yo ya estoy lista–dijo Hackie entrando. 

Llevaba un vestido largo negro precioso. Es mi mejor amiga, claro que me iba a ir con ella al casino a pasárnoslo bien. 

–Estás preciosa–le dije. 

Hackie me miró y frunció el ceño. 

–¿Me lo dices tú? Pero si aquí la que se va a llevar todas las miradas eres tú–me dijo. 

Me levanté de la silla en la que estaba sentada y fui a mirarme al espejo. 

–¿Tú crees?–me miré al espejo. 

–Me llama la atención que esta vez no lleves peluca o lentillas de color. Vas al natural, muy pocas veces te he visto así–me dijo Hackie acercándose a mí. 

Subí los hombros. 

–Quizás quiera sentir por una noche que soy yo misma–dije mirando a mi amiga. 

Ella se rió.

–¿De qué te ríes?

–Me hace gracia lo que has dicho, ¿acaso sabes quién eres? yo no sé quién eres... no sé ni tu nombre real. –se separó de mi lado para mirarse ella en el espejo. 

Miré al suelo.

 Nadie sabe mi nombre real, nunca he querido decir cuál es mi nombre real, quise dejar todo mi pasado atrás, empezar en los estafadores de cero. Bueno miento... el único que sabe mi nombre es Mustang, él lo sabe todo sobre mí...  sin embargo, yo apenas sé nada de él. 

–Una combinación de letras que yo no elegí no dice quién soy. Mi forma de ser sí y tú en ese sentido me conoces más que nadie. Ahora vámonos, quiero ganar dinero, divertirme y con suerte acostarme con alguno que merezca la pena. 

***

No os voy a mentir me siento vulnerable mostrando mi rostro tal y como es; tengo la sensación de que todo el mundo me mira. Tengo muchos enemigos, mi trabajo me ha dado muchas cosas buenas, pero lo ha compensado con muchas otras que no son tan buenas. 

–¿Quieres relajarte y pasarlo bien? Nadie te mira porque piensen que eres una de las mayores criminales de la historia, te miran porque estás deslumbrante–me susurró Hackie al oído. 

No sé como lo hace pero es como si me leyera la mente. Hemos pasado tanto tiempo trabajando juntas que muchas veces somos como una sola persona. 

El casino estaba lleno de gente. Los techos altos llenos de lámparas alumbraban todo pero sin deslumbrar. Sonaban las ruletas girando y el alboroto de la mezcla de todas las conversiones. 

La gente reía, bebía y disfrutaba. Algunos pocos se quejaban por las enormes cantidades de dinero que estaban perdiendo y otros discutían con los pobres crupieres acusándoles de estafa. 

–Me apetece acercarme a las máquinas–dijo Hackie. 

–Yo quiero ir a por algo de beber y me apetece apostar en las ruletas–dije echando una mirada en todas direcciones. 

–Está bien preciosa, nos vemos luego, disfruta–dijo mi compañera y amiga y se fue. 

Qué queréis que os diga, somos amigas pero también somos muy independientes, en general preferimos estar solas y disfrutar a nuestra manera, cada una tiene gustos distintos y sabemos cuidarnos solas. 

Mi mirada se fue directa a la barra donde servían bebidas y me acerqué decidida, me senté en un taburete y le pedí mi bebida al camarero. Mientras esperaba a que me la preparara me quedé mirando todas las botellas que estaban dispuestas en la pared y como reflejaban algunos rayos de luz. 

La CarteristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora