17.

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–Venga vamos Carterista que vamos a llegar tarde.–dijo Hackie.

Me levanté con cuidado de la cama y no sin gruñir para canalizar el dolor que recorría todo mi cuerpo.

–¿Qué haces con esa silla de ruedas?–pregunté.

–Te voy a llevar en la silla de ruedas, es un buen trecho, no creo que aún estés en condiciones de andar tanto.–me respondió mi mejor amiga.

–Gracias Hackie, pero prefiero ir andando.–dije poniéndome como pude una chaqueta encima por los hombros, esto de no poder usar mis manos es terrible.

–Pero Carterista ...

–Pero nada Hackie. El médico me ha dicho que es bueno que me mueva y personalmente me parece una falta de respeto presentarme en el funeral de John Scottson en silla de ruedas dónde va a estar el conductor. Es él quién ha perdido las piernas, es él quién necesita la silla de ruedas, yo no, no quiero faltarle al respeto.–dije.

Hackie resopló.

–Está bien, si así lo quieres pero que conste que dejaré la silla de ruedas a mano por si te cansas de andar.–me dijo entrecerrando los ojos.

Negué con la cabeza y pasé a su lado saliendo de la habitación andando como un pinguno, lenta y ridículamente. Hackie dejó escapar una carcajada.

–Por favor, esto no es gracioso... sé que estoy ridícula aquí con los brazos colgando sin poder usarlos y andando con dificultad, pero John se ha muerto Hackie... –dije amargamente.

Admitir que John ha muerto remueve dentro de mí sensaciones terribles. A pesar de que no nos lleváramos bien al principio al final me di cuenta de cómo era realmente y cómo la verdad era que le importaba al que más esta organización.

–Lo siento mucho Carterista... solo intentaba animar un poco los ánimos... no podemos permitirnos mostrar vulnerables.–dijo Hackie en voz baja.

–Lo sé Hackie... lo sé–dije siguiendo mi marcha lenta pero sin pausa por el pasillo.

Mi compañera y yo salimos del Centro de Control por la parte trasera y a unos cincuenta metros estaban empezando a congregarse todos los estafadores para la ceremonia.

Vi a Mustang a los lejos que estaba de espaldas y con las manos en los bolsillo.

–Un momento Hackie

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–Un momento Hackie... espérate, que necesito coger aire.–dije un poco cansada del esfuerzo que estaba haciendo por andar tan pronto, ayer mi cuerpo salió volando por los aires; y además me estaba abrumando.

–Claro tranquila, descansa, ¿quieres que coja la silla de ruedas?–me dijo.

Negué con la cabeza y me quedé mirando al frente, notando como los sentimientos que estaba intentado reprimir, estaban aflorando, la tristeza por la muerte de un compañero. El dolor físico y el emocional se unían causándome un amargor por dentro.

La CarteristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora