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Ha pasado una semana desde que Mustang expulsara a Luna y desde entonces no he visto ni hablado con el jefe. Creo que está siendo él quién me está evitando.

Sé que tomar una decisión tan en caliente como  hice quizás fue muy arriesgado y encima sin consultar nada y sin embargo Mustang me respaldó y eso que realmente no sé cuál es su pensamiento acerca de la medida que tomé. Y no solo me respaldó también se enfrentó a Luna... 

Esta vez Mustang me ha puesto a mí por delante de ella. 

–Toc toc.–dijo alguien, me di la vuelta y vi como el doctor estaba en la puerta, venía con su maletín.–¿Se puede?–dijo con una sonrisa. 

Ha pasado una semana y ayer me dieron el alta, ya no tengo que estar tan controlada porque lo más grave ya pasó. En toda esta semana he recibido la visita de Tony y Hackie, pero ni rastro del jefe. Ahora estoy en mi habitación normal. 

–¡Claro! Pasa doctor–dije con una sonrisa. 

–¿Cómo te encuentras?–me preguntó entrando y dejando su maletín de médico sobre la cama. 

–Mejor, algo incómoda aún por no poder usar los brazos, pero el resto del cuerpo no me duele tanto.–dije. 

–Bueno, pues vamos a cambiar eso de los brazos, déjame ver–dijo, abrió su maletín, yo me acerqué a su lado. 

Comenzó a quitar la venda y mostrar mis brazos quemados. 

–Están mucho mejor, aún les queda bastante por curar, ten en cuenta que todavía es pronto.–me dijo, yo asentí.–Lo que sí voy a ponerte es un vendaje mucho más ligero que te va a permitir mover más las manos y usarlas.–me dijo. 

–¿Ya voy a poder usar las manos?–pregunté emocionada. 

–Sí, con mucho cuidado porque aún están muy dañadas, pero ya no es necesario ese vendaje tan protector.

–Gracias Doctor.–dije emocionada.

 No haber podido usar durante esta semana las manos ha supuesto un aunténtico reto. 

–Quiero que te sigas tomando los antibióticos y los calmantes durante esta semana. Vendré a verte en unos días a ver si todo va igual de bien, de todas formas si necesitas algo no tienes más que llamarme.–me dijo. Asentí con una sonrisa y nos quedamos en silencio. 

Me mordí el labio. 

–¿Has visto a Mustang?–pregunté. Tenía que hacerlo, tenía que preguntarlo o iba a explotar. 

Ha pasado una semana entera y no sé nada de él, ¿estará tremendamente enfadado conmigo? entre lo de Luna y la pérdida de John seguramente esté devastado y luego vengo yo haciendo cosas sin consultar.

–Puede.–dijo 

–¿Puede?¿Cómo que puede?–pregunté confusa. 

–Verás Carterista estos días con tu medida de facilitar la huida a todo estafador que quiera irse el Centro de Control ha sido un auténtico caos. Ha habido muchas despedidas, muchas peleas... Vi un día a Mustang a lo lejos resolviendo un conflicto, se le veía enfadado con el ceño fruncido, pero no hablé con él... Yo estaba atendiendo a otro compañero.–me dijo. 

Respiré hondo. 

–Entiendo...–hice una pausa.–¿Se ha ido mucha gente?

–No lo sé... yo no llevo registros de la organización, solo sé que todo es un caos.–me dijo terminando de ponerme mi nuevo vendaje. 

Moví los dedos, esta vez tenía más movilidad, no era una movilidad completa pero por lo menos podía sujetar y agarrar cosas. 

–Mejor así, ¿verdad?–me dijo el doctor sonriente. Asentí. 

La CarteristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora