21.

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Había caído sobre Mustang, me quedé mirándolo, él también me miraba, luego parpadeé varias veces y volví a la realidad y a darme cuenta de todo, a darme cuenta de la situación.

La fábrica en llamas y los tres tirados en el suelo. Me aparté de Mustang y me acerqué a Pietro.

–¿Estás bien?–le pregunté levantándome del suelo y acercándome a él. El italiano estaba como en estado de shock, miraba la fábrica abandonada que ahora estaba en llamas.–Pietro– volví a llamar.

Él entonces miró hacia mí y reaccionó, asintió levemente con la cabeza. Ayudé a que se levantara. Mustang también estaba ya de pie.

–¿Qué cojones ha sido eso?–preguntó Mustang sacudiéndose polvo de la ropa.

–Vamos al coche, los bomberos estarán por venir, es mejor que no nos pillen aquí.–dije separándome y dirigiéndome hacia el coche que estaba aparcado cerca.

–¿Carterista qué has hecho?–me volvió a preguntar Mustang.

Esta vez me senté yo en el asiento del conductor y Mustang de copiloto, Pietro se sentó detrás como antes.

–Eso ha sido que mi plan funcionara a ala perfección.–dije.

Mustang se llevó las manos a la cabeza.

–¿Matar a Miranda y Jonah era tu plan?–preguntó atónito.

Arranqué el coche y comencé a alejarnos lo más rápido que podía de ahí.

–¿Qué? No, no. No he matado a nadie Mustang, las cargas explosivas estaban dispuestas de tal manera que causaran mucho caos pero no daño, solo quería asustarles y hacer un poco de justicia poética por la muerte de Scottson–dije.

Mustang me miraba con cara de seguir sin entender nada.

–¿Pero y cómo lo has hecho? Todo esto ha sido muy de repente–preguntó Pietro desconcertado.

–Cuando estaba recuperándome del accidente, hablé con los mejores artificieros de la organización, o por lo menos los que aún quedaban que no habían abandonado, y les dije que me dejaran preparado en aquel momento explosivos en todos los edificios abandonados de la zona. No solo los puse aquí porque pensé que Miranda no se iba a fiar de mí e iba a querer quedar en otro sitio, que solo podía ser un lugar abandonado y alejado de la ciudad.–dije

–Madre mía.–dijo Pietro.–¿Pero cómo se ha desencadenado la cuenta atrás? No le has dado a ningún botón.

–El reloj que llevo tiene un sensor que activa la cuenta atrás de los explosivos cuando están a poca distancia de éstos. Entrar en el edificio era suficiente para que comenzara la cuenta atrás, por eso la importancia de salir de ahí a los veinte minuto.–aceleré y las revoluciones del motor aumentaron, cambié la marcha.

–Pues espero que te hayas quedado satisfecha.–dijo sarcástico Mustang bajando la ventanilla.

Lo miré brevemente durante unos segundos sin perder atención de la carretera.

–Pues sí, muy satisfecha, porque he conseguido lo que quería, saber qué era lo que tenía en contra nuestra Miranda y ya sé como hundirla.–dije sonriente.

Mustang me miró, yo miraba la carretera.

–¿Y? ¿Qué es lo que tiene en contra nuestra?–preguntó Mustang.

–Miranda se piensa que fuimos nosotros quienes le dimos la información de su paradero a los narcotraficantes.–dije.

–Eso es una chorrada, si nosotros pasamos de esos cachos de mierda que son los narcos.–dijo Mustang.

La CarteristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora