20.

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Me metí rápidamente en mi habitación, abrí el armario, me quité lo que llevaba puesto y me cambié de ropa. 

No puedo dejar que Jonah o Miranda vean las secuelas que me han dejado, no puedo dejar que me vean los brazos quemados, que vean ahí una debilidad. 

Me puse una camiseta negra de manga larga que me taparan el vendaje. Me puse unos vaqueros negros ajustados y mis botines negros de tacón grueso. Me puse mi chupa de cuero y unos guantes de cuero negro; no quiero que me vean las manos tan débiles, con tan poca movilidad y tan dañadas.

Salí corriendo de mi habitación. Y vino hacia mí uno de los estafadores. 

–Toma, las llaves del coche.–me tendió las llaves, asentí con la cabeza.– Y todo está preparado desde hace cuatro días, tal y como nos dijiste hace una semana. 

–Perfecto.–dije

–Dame la mano.–me pidió, extendí el brazo tapado por el guante y la chaqueta. Se sacó del bolsillo un reloj y lo puso alrededor de mi muñeca. –No tienes que hacer nada, simplemente entrar en el edificio. 

Lo miré a los ojos. 

–¿Cuánto tiempo tendremos?–pregunté. 

–Desde que entréis 20 minutos, ni un segundo más ni uno menos.–me dijo. 

Tragué saliva lentamente. 

–Muchas gracias por ayudarme.–dije. 

–No es nada Carterista, ojalá tu plan funcione... recuerda, solo 20 minutos.–me dijo. 

Asentí, le di una sonrisa a modo de gracias y me fui rápidamente hacia la explanada donde estaría el coche aparcado. 

De momento mi plan va viento en popa, después de que este estafador me dijera esto estoy algo más tranquila. 

Llegué fuera y me encontré con Mustang llegando al coche, se dio la vuelta y me miró.

–Venga vamos.–dije lanzándole las llaves, él las cogió al vuelo. 

Mustang se metió en el coche

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Mustang se metió en el coche. Yo antes de meterme me agaché para mirar los bajos del coche... desde lo de Scottson no me arriesgo, prefiero asegurarme de que no vuelvan a haber explosivos. 

–Abre el capó.–le dije a Mustang. 

Eso hizo desde el interior del coche, levanté el capó y miré que en el interior tampoco hubiera explosivos. 

–Todo limpio.–cerré el capó y me senté en el asiento del copiloto.–Vamos antes hacia la salida este, tenemos que recoger a Pietro. 

Mustang arrancó el coche y comenzó a conducir. 

–¿Pietro?¿Galini?¿Qué pinta él con todo esto?–preguntó Mustang con el ceño fruncido. 

–Scottson y yo le prometimos a los Galini que les daríamos su momento de venganza por el asesinato del hijo pequeño de Giovanni.–dije mirando por la ventana. 

La CarteristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora