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Me asomé a la sala de almacenamiento. Era una sala enorme con poca iluminación pero era lo más preciado. En altas torres estaba alamacenada toda la información que poseíamos. No soy informática, entonces no puedo explicaros muy bien estas torres qué son o qué hacen, solo sé que ahí dentro, dentro de estas torres de metal y pequeñas luces parpadeantes tenemos toda la información, los secretos más oscuros de la gente más importante del mundo.

Mi mente se fue inmediatamente al pasado, a cuando estuve aquí parada por primera vez con, como no, Mustang.

–¿Qué es todo esto?–pregunté.

–Es nuestro tesoro más preciado–me contestó.

–¿Estos cacharros de metal?–pregunté, obviamente hace unos años nuestra tecnología era más rudimentaria.

– Dime pequeña, para ti que es lo que más te importa–me preguntó.

Me acuerdo que en ese instante no sabía qué contestar, ¿qué es lo que más me importaba? la verdad es que incluso ahora no sé qué responder.

Me acuerdo cómo Mustang me miraba desde arriba sonriendo.

–Para mí es sobrevivir.–contestó él ante mi silencio, fruncí el ceño.

–¿Y esos cacharros que tienen que ver con sobrevivir?–pregunté.

–Ahí tenemos mucha información privilegiada. Verás carterista, la información es poder, te sorprenderías lo que unas palabras pueden hacer.–me explicó agachándose un poco, poniéndose a mi altura.

–Sigo sin entender la relación que eso tiene–dije confusa, me acuerdo perfectamente como estaba muy desconcertada.

–Mientras menos sepan de ti, menos tendrán en contra de ti, más sobrevivirás. Cualquier tipo de información sobre ti son pequeños talones de Aquiles que te irán poco a poco debilitando.–sonrió y me dio un beso tierno en la frente.

Dejé de recordar el pasado y apoyada en el marco de la puerta me quedé embodada mirando la sala de almacenamiento, ahora con tecnología más moderna.

Una mano se posó en mi hombro y me sobresaltó, me di la vuelta para encontrarme con Mustang.

–¿Qué haces aquí sola? Tenemos que ir a la reunión de esta noche, se nos va a hacer tarde.–dijo. Lo miré y sonreí.

–Solo estaba recordando la primera vez que vi esta sala.–dije cruzándome de brazos.

Mustang sonrió y se apoyó en el otro lado del marco de la puerta.

–Me acuerdo de ese día como si fuera ayer.–dijo mirando hacia las torres de información.

Me reí débilmente.

–No me creo que te acuerdes–dije riéndome.

– ¿Sabrías ya contestarme qué es lo que más te importa?–me preguntó.

Por un momento me quedé helada, él se acuerda, se acuerda perfectamente. No sé por qué pero mis ojos se pusieron llorosos. Mustang guarda en su memoria pequeñas cosas que pensaba que solo tenían significado para mí, pero al parecer para él también son importantes, ¿si no cómo se iba a acordar?

Ante mi silencio contestó él.

–Para mí sigue siendo sobrevivir–dijo sonriendo.

Sé que en su mente estaba recordando la escena que ocurrió hace unos cinco años aquí mismo y yo aún era una niña. Sus ojos se pusieron también un poco llorosos. ¡Qué tontería! ¿verdad? que los dos nos hayamos puestos sensibles recordando cierto momento del pasado. Y es que han pasado tantas cosas y muchas de ellas las hemos pasado uno estando al lado del otro que es imposible que algo en tu interior no se despierte recordando los inicios de todo. 

La CarteristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora