Somebody To Love. ~Maylor~

Somebody To Love. - 40

Roger iba y venía en la sala del juzgado. Era la tercer audiencia que tenían, y por lo visto, la última.
Trabajo Social aún tenía a Sophia, y cada vez que había audiencia, podían escuchar los llantos de la pequeña niña, llorando por sus padres.

—Roger, Hijo... Si No te Calmas, Van a Sacarte de Aquí.

Roger se detuvo y se limpió las mejillas. —No sé que Voy a Hacer si me la quitan, Papá... Probablemente decida morirme.

Brian se levantó como rayo de su silla y tomó a Roger fuertemente de los brazos. —Cállate. No vuelvas a decir algo como eso, ¿Entendiste?

A Roger no le asustaba casi nada. Pero ese día, la mirada severa de su novio lo hizo temblar, así que asintió con algo de miedo en sus ojos.
Brian suavizó el agarre de sus brazos y atrajo a su novio hacia un fuerte abrazo, en el que Roger escondió su cabeza sobre el pecho de Brian mientras seguía llorando en silencio y el rizado acariciaba tiernamente su cabello.

A la Gente de la sala no le conmovía aquella escena. Por el contrario, se sentían incómodos, y rogaban por qué la sesión terminara pronto para así poder llevarse a la niña y no volver a ver a ese par. Pero afortunadamente, toda la corte ya tenía otros planes.

Cuando el Juez entró en la sala, todo el cuerpo y la mente de Roger fueron tomados nuevamente por el miedo y los nervios. Quería a esa niña en su vida. Y quería tener también una vida con Brian.
Palabras iban y venían. Alegatos, frutos y los llantos interminables de la pequeña, mientras extendía sus brazos hacia Roger, como si estuviera esperando que corriera para ir por ella. Lamentablemente, Roger no alcanzaba a entender los gritos desesperados de su niña.

En el momento en el que el Juez se levantó de su asiento y comenzó a dictarle algo a la joven que estaba junto a él, sentada frente a una máquina de escribir, Supieron que todo había terminado.

Y la sentencia se dictó.

Roger corrió hasta el otro lado de la sala y prácticamente les arrebató a la niña de las manos, quien al sentirse en los brazos de su padre, dejó de llorar al instante.

—Ya estás con nosotros, mi amor...