20. Apuesta

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Tom bajó con fatiga las escaleras, junto una extrema preocupación, su mochila llevándola por un hombro. En cualquier momento se iría rodando hacia abajo.

Sus ojos pesaban un montón, luchaba por mantenerlos abiertos, unas ojeras bastante marcadas, ni hablar de su desordenado uniforme.

Se sentía horrible y también se veía horrible, pero no había mucho que hacer.

—¡Ay, Tom! Yo no te enseñé a ir así al instituto, mírate, pareces un vagabundo.- Lo regañó, comenzó a arreglarle la camisa y la corbata.

—Linda comparación, mami.- murmuró, somnoliento.

Tom elevó su vista, mientras su querida madre le arreglaba la corbata, terminó viendo perfectamente a su "amigo", el noruego, sentado en uno de los sillones del living, junto con su sonrisita burlona que se hacía presente.

Lo que faltaba.

¡Santos ponys comiendo macarrón!

Se sonrojó, que vergüenza... ¿Por qué era tan torpe y desprevenido? Se le había olvidado de la presencia de alguien más en el lugar.

Se hubiera arreglado un poquito más.

¡Tom, no pienses estupideces! Se recordó a sí mismo.

Ah, la vida lo odiaba.

Su madre terminó de arreglarlo y sacarle la mochila, se fue súbitamente a la cocina para guardarle el desayuno para que se lo llevara, por que realmente estaba atrasado, no iba a aceptar ningún atraso o alguna falta de su bendición.

-Buenos días.- El menor soltó sin ganas, apenas se dignó a  mirarlo. Poco a poco Tord se seguía ganando el odio del británico.

-Creo que no son muy buenos días para ti, Tomcito.- ¡Era un momento triste y miserable para el de ojos negros y él se seguía riendo!

-Cállate la puta boca, pajero de...- Maliciosamente se le había acercado a él, susurrándole en la oreja, hizo que Tord lo mirará con atrevimiento.

-¿Qué le dices, cariño?- Preguntó su madre curiosa, al ver su hijo cerca de su amigo.

-Que Tord es muy amigable al venirme a buscar.- Utilizó una de sus sonrisas angelicales que nunca fallaban.- ¿Cierto?-

-Claro.- Dijo sin importancia, después iban a hablar de eso.

Tom recuperó su mochila y un desayuno guardado, se despidió de su mami y rápidamente salió de la casa, acompañado por el comunista.

Comenzaron a caminar a un ritmo algo rápido.

Ojalá que no desmayara en el camino... Bueno, mejor si, así no tendría que ir al instituto.

Sentía como sus pasos cada vez se hacían más torpes, abrumado por los nervios.

-Oye... ¿Por qué estás tan tranquilo?- Preguntó Tom, viendo al suelo. Era fácil descifrar lo que a él le pasaba, pero como Tord y los demás, estaban involucrados y los castigarían a los tres, porque Matt... Bueno, ustedes saben.

-No tengo nada que temer.- Dijo, tenía sus manos en los bolsillos del pantalón, bastante relajado a su opinión.

Tom no se dignó a preguntarle algo más. No estaba de humor, no estaba para seguir con este idiota.

Cada vez más que se acercaban al instituto, sentía cómo su corazón se iba a salir de su pecho, latía con frenesí con solo dar un paso más.

-Cálmate, no te vas a morir por esto.- Dijo con algo de descaro.

Apuesta.《Tordtom》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora