Capítulo 06.

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-Martes-

— ¡Oh, cariño! No, ¿que haces? Tardaste bastante en bajar esos kilos como para que comas postre — mamá me quita la copa de helado que France dejo en mi lugar y la aparta de mi — Luego no te preguntes porque te botan por otra, querida.— Donna Tyler, quien genéticamente sería mi mamá, se ríe ante su propia broma, siento como se me llenan los ojos de lagrimas, si, soy muy sensible, creo que ya se han dado cuenta, he luchado mucho contra sus comentarios sobre mi peso a través de los años, cuando Pete aún estaba aquí le decía que se callara y que mejor se concentrara en mantenerse delgada a ella misma y no a mi, pero él ya no está, y yo no me atrevo a decir nada, no cuando tiene razón.

— Me voy a mi habitación, buenas noches, Donna.— gruño poniéndome de pie, ella sigue mirando su celular y solo asiente hacia mi. 

Camino a la cocina, donde se encuentra France, la ama de llaves, limpiando los utensilios que necesitó para la cena, me siento mal porque Donna la haya llamado derrepente solo para que cocinara su platillo favorito, por lo que France ha mencionado vive muy lejos de aquí y no sabe conducir y su marido es muy viejo como para poder hacerlo tan tarde y por un camino tan largo, saco un billete de veinte dólares de mi bolsillo y se lo pongo en el mandil, asustandola.

— Que descanses, France.

— Igualmente, niña, nos vemos el jueves.— me sonríe con cariño, es mas bajita que yo, tiene el pelo blanco y muchas arrugas, pero estas son por sonreír mucho, no de enojo como las que Donna tiene, aunque pensándolo bien, con tanto botox casi ni se le notan ya. Salgo de la cocina y me encamino a mi habitación, mi teléfono suena en el transcurso, miro el identificador para encontrarme con "Marco Jimenez"

— Hola, papá.— saludo en voz baja, parece que es el día de abrumar a _____, entro a mi habitación y cierro la puerta detrás de mi, poniéndole el pasador.

— Hola nena, ¿podrías decirle a la perra de tu madre que no le daré más para tu pensión? Estoy seguro de que se lo está gastando todo en cirugías cosméticas.— no hay ni siquiera un "hola, cariño, perdón por no llamarte en tres meses, ¿como estás?" Nop, se va directo a lo que necesita.

— ¿Por qué no le llamas tú?— gimo inconforme, odio que me usen de intermediaria.

— Bueno, tu madre ha decidido bloquear mi numero en su movil y cambiar el de la casa, y le tiene prohibido a los de la florería que me concedan cualquier tipo de información, así que te llamo a ti.— contesta sinceramente, siento mi cabeza palpitar, quisiera dormir y no despertar hasta el 3014

— ¿Si te doy el nuevo numero de la casa la llamarías? No quiero hablar con ella para darle tu recado ahora.

— ¿Sigue molestándote?— pregunta serio, woah, lo recuerda, recuerda los regaños de Donna durante las cenas, esos en los que me obligaba a comer la mitad del contenido de mi plato o me dejaba sin postre.

— Si.

— Pásame el nuevo numero, hablare yo con ella — ha dejado su tono de ex-marido molesto, ahora habla mas calmado.— ¿Como estás, linda?

— No me puedo quejar.— le contesto mirando el final de mi cama.

— ¿No irás a ningún lugar este verano?

— No, al menos que quieras que vaya a D.C contigo.— ruego mentalmente porque diga que si, no puedo soportar a mamá todo el verano, no sin sufrir una crisis o perder la cabeza.

— Cariño, la embajada me mantiene ocupado todo el día, no tendría tiempo de-

— Si, me lo imagine, te envío el número por mensaje de texto, adiós.— no espero que me conteste y le cuelgo. Tecleo el nuevo numero de la casa y se lo envío sin esperar respuesta, de cualquier manera no llega.

Decido llamar a Matt, joder, necesito que me distraiga. Me contesta al tercer tono.

— ¿Que pasa, Blue? — pregunta en voz baja, quizá se escondió en su baño para contestar.

— Nada, solo… no me siento muy bien.— murmuro sincera, juego con los hilos sueltos de la colcha negra que cubre mi cama.

— ¿Qué? ¿Por qué?— su voz cambio a una más preocupada, escucho voces del otro lado de la linea, son como "Matt, apresurate" "La película ya va a comenzar" y comentarios sobre lo que probablemente este haciendo en el baño, si saben a lo que me refiero.

— No, nada importante, llamame más tarde, si puedes.

— No, Blue, dime que pasó, ahora.— ordena, cuando se pone de esa manera no me queda de otra más que hacerle caso.

— Papá llamó, haciendo comentarios sobre Donna, no es que me importe mucho de cualquier manera, pero me molesta que me use de intermediaria y que solo me llame para eso.— le contesto, no quiero mencionarle lo de la cena, es algo normal y aunque me afecta, no lo hace tanto como la llamada de papá.

— Lo siento, Blue, se cuanto te disgusta eso, pero ya verás que ellos resolverán su mierda y no te incluirán la próxima vez.— asegura, puede que tenga razón, respiro profundamente, tratando de calmarme a mi misma y pensando en que todo se pondrá mejor, es la ley de la vida. Escucho voces de nuevo, del otro lado de la linea, y a mi amigo maldiciendolos.

— Hablamos luego, Matt, gracias por responder.

— Podrías venir aquí y pasar el rato para relajarte un poco, ya sabes.— trata de persuadir, suspiro mentalmente, una parte de mi de verdad quiere hacerlo, pero la otra no, sigue de terca.

— No, mejor me dormiré temprano o veré que encuentro en Netflix.

— Bien, adiós, Blue, te quiero.— se despide en voz baja.

— También te quiero, Matt, adiós.— cuelgo y me tiro de espalda a mi cama, me relajo un poco hablar con él, pero no del todo.

Llevo dos horas tratando de conciliar el sueño, hice de todo, deje mi habitación completamente oscura, puse música relajante y me gire en todas las posiciones posibles para estar cómoda, pero no lo logro. Gruño espantando todos los recuerdos malos y tratando de revivir los buenos, cuando no tengo éxito me pongo de pie harta, prefiero ir al patio, dejar que mis pies se mojen en la piscina y ver las estrellas un rato, por lo menos hasta que me de sueño. Solo bajo con mi encendedor y un cigarrillo, nada más, la casa esta completamente oscura, pero encuentro la manera de llegar ilesa hasta la puerta de cristal, el aire afuera es fresco y para mi suerte hay muchas estrellas, he olvidado el nombre de las constelaciones, sino las mencionaría para hacerme ver a mi misma más intelectual.

Me siento en la orilla de la piscina con mis pies dentro de ella, luego de doblar mi pijama hasta mis rodillas, el agua esta en su punto, así que decido encender mi cigarrillo, le doy una calada y miro al cielo. Pienso en uno de mis libros favoritos, en Buscando a Alaska de John Green, en como Gordo y ella veían la vida, él, cambiando de escuela y de estado buscando el "Gran quizá" que todos necesitamos, Alaska en que la vida es un laberinto, ambos no llegaron a esas conclusiones solos, sino de otros libros, pero de cualquier manera el contenido se basaba en eso. ¿Como salir de este jodido laberinto si no he encontrado mi Gran quizá, y dudo mucho que lo haga? Soy una simple mortal, nada especial hay en mi, soy débil, no soy muy guapa, no tengo ningún talento, solo soy… yo. 

— ¿No crees que podrías ocupar esos seis minutos que estás perdiendo en ese cigarrillo en algo más? — pregunta una voz gruesa detrás de mi, del lado de la casa de Matt.

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Septiembre 29 2014

Fall. » matt espinosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora