Capítulo 11.

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-Jueves-

Benditos Dioses del Olimpo, alguien debería apagar ese maldito teléfono. Gruño contra mi almohada y me enderezo buscando el origen del sonido, bueno, al parecer es la alarma que configuré para que me despertara temprano. Me pongo de pie y junto el calcetín que me quité mientras dormía, me lo pongo y camino a la puerta de mi habitación, recuerdo que debería ponerme mis gafas antes de siquiera salir de mi hábitat, me devuelvo por ellas y todo luce perfectamente claro en el momento en el que están sobre mis ojos. Bajo las escaleras y voy a la cocina por la bolsa negra en la que irá la basura, hago el recorrido por toda la casa, revisando también las habitaciones vacías. 

Es más bien una excusa para abrir la habitación de mi hermano, me gusta observarla, recordar los lugares en los que usualmente lo encontraba cuando él estaba en casa y quería solo conversar con él sobre cualquier cosa, cierro la puerta un poco triste y haciendo una nota mental sobre que debería ir al cementerio pronto. Bajo de nuevo las escaleras y salgo a la fría mañana, apenas hay luz natural, hago mi camino a los botes negros en la orilla de la acera, meto las bolsas a estos, separando lo inorgánico de lo orgánico, me doy la vuelta para volver a la casa y seguir durmiendo, pero alguien choca contra mi, el impacto es fuerte, como si hubiese estado trotando o corriendo.

— Lo siento, de verdad, no te vi.- se disculpa alguien, una voz masculina, miro hacia la persona encontrándome con otro de los amigos de Matt, lo reconozco porqué lo vi el otro día que llegaron. Viene con ropa deportiva, por lo que yo estaba en lo cierto y venía trotando.

— Si, suelo ser un poco invisible.— le contesto, decido caminar, no quiero presentarme con él o con nadie más que esté de visita en esa casa.

— Hey, espera, ¿eres amiga de Matt? — pregunta curioso, maldigo interiormente, me giro hacia él con una sonrisa sencilla y algo falsa.

— Algo así, es un poco molesto de vez en cuando.— le contesto, el chico se ríe, es algo lindo, la camisa deportiva que lleva deja ver los músculos de sus brazos, su cabello y ojos chocolates, aunque comunes, no le quitan lo bien parecido.

— Soy Taylor, me estoy quedando con Matt.— se acerca a mi extendiendo su mano, le correspondo el saludo educadamente.

— Yo soy… Bobby, un gusto.— contesto a regañadientes, estoy cansada de mentir, todo sería más fácil si no se aparecieran por todos lados, yo no habría usado el nombre de la chica a la que menos le caigo bien de toda la escuela si no fuese por ellos.

— Oh, si, los chicos, ya sabes, Carter, Shawn y Hayes, hablan de ti.

— Ah, ¿si? — alzo una ceja, curiosa sobre lo que podrían haber dicho.

— No fue nada malo, no te preocupes, mencionaron lo agradable que eres y lo lindo que es tu cabello.— responde poniendo las manos en sus caderas, me cruzo de brazos y arrugo la nariz.

— ¿Los chicos se fijan en el cabello?

— Si… o usualmente es una clave para trasero o pechos, pero estoy seguro de que ellos si se referían a tu cabello, es lindo.— comenta observando mi cabeza, uh, Matt dijo que Taylor era uno de los más raros, pero creo que le falto decir que aún así seguía siendo MUY raro.

— Bueno, gracias, supongo — murmuro algo confundida.— Volveré adentro, fue un gusto, Taylor.

— El gusto fue mío, Bobby, y perdón de nuevo por el choque.— sonríe arrepentido, asiento dejándole saber que todo está bien. 

Camino dentro de mi casa, cuando cierro la puerta me recargo un momento en ella, van cuatro de nueve, ¿será que llegaré a conocer a todos, así como lo he estado haciendo? ¿De uno en uno? Lo dudo, Maggie me contestó mi mensaje ayer y me dijo que mañana saldríamos así que no creo que pueda conocer a todos de hoy al sábado, aunque no debería subestimar al destino. Si es que este existe.

Octubre 23 2014

Fall. » matt espinosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora