El Temochas cortejado

328 12 4
                                    

Temo siempre se encontraba en el escritorio de su oficina con una taza de café, y un pequeño plato de galletas de chocolate.
Además de una rosa roja de algún "admirador secreto", como diría su mejor amigo quién solía pasearse por su oficina sólo a molestarle.

— ¡Renata, ven y saca esta porquería de aquí!
El café lo aceptaba, las galletas y las rosas se las daba a Renata, su secretaria,quién parecía contenta de coleccionarlas, mientras que las galletas las repartía con las demás oficinistas de la planta.

— Es muy malo, señor López — se burló Renata.

— Me vale merengues, ¿dónde está Sasho?

— Aquí, señor. Disculpe, señor López — dijo su torpe asistente que, como siempre, solía llegar después de él.

Sasho miró con mala cara a Renata que colocaba la rosa en su florero. Era la
docena en lo que va de la semana y, mientras ella se deleitaba con la dulce
fragancia que desprendían, él sólo cerraba la puerta detrás, antes de sacar la
agenda de su jefecito.

— Dime, Sasho, ¿acaso soy tan viejo como para que me digas "señor" todo el
tiempo?

— N-no señor.

– Olvídalo, ¿qué pendientes tengo hoy?

Temo sacó de su bolsillo su cajetilla de cigarros, encendió alguno y bebió un poco de la amarga sustancia. Mientras, escuchaba con pereza las citas, juntas,reuniones del club y sesiones del comité, que debía de asistir u oficiar como presidente de Avon, pues debía estar presente.

— Oh, casi la pasó por alto, señor López — él sólo rodó los ojos, y apagó la
colilla en su cenicero que estaba junto la fotografía de su hija.

— ¿Ahora qué se te olvidó, Sasho?

Zury frunció los labios, se ajustó los lentes antes de leer el pendiente que, para su entender, consideraba importante, pero con su jefecito nunca se sabía.

— Su ex-marido solicitó una visita a su actual
residencia para organizar la quinceañera de la joven Artemisa — leyó con una mueca de disgusto el siguiente asunto,
disimulando a la perfección ante su jefecito.

— Sí... ¿Podrías encargarte de eso tú?

— Como guste, señor — sonrió emocionado.

— Artemisa poco le importa si estoy o no ahí, sólo quiere su regalo y al idiota de su "papi". Pues bien, le daré el viaje a Italia que tanto quiere — masculló entre dientes encendiendo otro cigarrillo.

— Uh... Señor, su ex-marido y ella fueron hace poco allá como regalo de Navidad — murmuró ocultándose detrás de su tableta
fingiendo ver algo importante.

Al señor casi se le cayó el cigarrillo de la sorpresa, luego soltó una risilla amarga y siguió fumando en la comodidad de su oficina.

— ¿Qué hay del Ferrari?

— Su ex-marido prohibió cualquier tipo de regalo que poseyera al menos una
rueda y motor.

— ¿Aun le gustan los ponis y unicornios?

— Su hija es una amante del K-Pop, doramas surcoreanos, vegana y defensora animal. Es alérgica a cualquier tipo de pelaje animal y sintético, detesta las joyas,peluches. En pocas palabras, detesta cualquier tipo de regalo material que sea enviado por usted — informó con una mueca, miró a su jefecito con preocupación pero solo se encontró cónsul rostro pensativo.

— Entonces... los unicornios no son una opción, ¿verdad? — enterró su cigarrillo entre la montaña de ceniza, para después pararse de su silla.

— Sí, digo, no… Usted sabe, es la etapa rebelde de su hija — balbuceó con
nerviosismo.

— Lo sé, Sasho, lo sé… — se alisó su traje, y después sacó de su cajón un
aromatizador olor canela que roció mientras pensaba.

— Sé que la relación con su familia no es la mejor pero, ¿por qué no...? — intentó acercarse con timidez, pero fue interrumpido por la sonrisa forzada de su jefe.

— Déjalo, Sasho, es mejor dejarlo así.

Él solo asintió torpemente, sintiéndose en las nubes al sentir la mano de su jefe
contra su hombro, golpeándolo con una de sus sonrisas de comercial antes de salir.

Zury miró como coqueteaba con las secretarías con un ceño fruncido,mientras lo seguía como su fiel asistente personal.

Qué poquito nos duro el amor [ARISTEMO/ZUMITO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora