El Temochas secuestrado 2/2

152 13 4
                                    

Aristóteles miró la pantalla de su celular con cierto temor golpeando con fuerza su pecho mientras lo desbloqueaba y veía las viejas fotografías que guardaba de forma recelosa en su galería.

"¿Cómo olvidarte si eres mi único y verdadero amor? " - Pensó viendo con melancolía las fotografías. - "¿Por qué no puedes entender eso, Temochas?"

Se detuvo en una. En ella aparecían ambos cargando a su pequeña hija, juntos y más que felices a lado del otro sentados en su banca en Oaxaca. Él se mordió su labio reteniendo un pequeño sollozó, ¿qué debía hacer ahora? En incontables veces se vio tentado a borrar cada una de ellas. Eliminar todo rastro de él en su vida pero siempre terminaba recordado, una y otra vez esos pequeños momentos que llenaban de felicidad como una familia "perfecta".

-¿Por qué siempre tienes qué arruinarlo, Cuahutémoc? - Murmuró buscando su contacto entre su agenda. - Más te vale que contestes, cabrón.

~•~

Él "greñas" cargaba sin esfuerzo las cajas de despensa que se repartían a las familias en el centro comunitario. Sonreía y saludaba a las familias con familiaridad incluso entre sus viajes se detenía a platicar un poco. Él podía darse ese lujo después de todo para eso se trajo a un chalán.

-¡Apurate, Temito que estos víveres no se entregarán solos! -Apuro divertido sin importarle verle batallar para cargar las pesadas cajas con sus escuálidos brazos de tamalera.

Y es qué, si bien ayudó en su infancia y gran parte de su adolescencia a su padre con algo similar. No era lo mismo transportar verduras o cajas Oreo a viajes rápidos con despensas para un año. Él no estaba hecho para este tipo de cosas, ¡es un oficinista no un cargador!

Pero, él "greñas" se aprovechó de su gentileza y lo obligó a hacer su trabajo.

-¡Ya voy! -Gritó molesto. - ¡En vez de estar platicando deberías de ayudarme, ¿no?!

-Tranquilo, amigo. - Dijo distraído más concentrado en ayudar a una pequeña niña en saltar la cuerda. - ¡Deja acabo con esto y te ayudaré con ello!

-¡No soy tu amigo, imbécil!

-¡Cuida tu lenguaje, amigo! - Regañó risueño. -¡ Hay niños presentes, Jesús! ¿Cómo se supone qué hagas esto? - Miró la cuerda intrigado en revelar sus secretos.

Cuahutémoc dejo caer pesadamente la caja en la mesa que fue recogida por las amables manos de un par de encargados de ahí y con un dolor en su espalda se retiró para volver a traer otra hasta que se acabarán o terminará por romperse la espalda. Lo primero que le suceda. Hasta que sintió su celular vibrar en sus bolsillos, se detuvo y contestó pensando que era Zasho.

-Zury, ¿qué pasa?- Dijo soltando un profundo suspiró de cansancio mientras tomaba asiento en el suelo. - Te dije que no me marcarás, ni me pasarás llamadas hasta que volvería o ocurrirá algo malo. O...,¿paso algo malo? ¿Es por eso qué me llamaste?

~•~

Aristóteles separó el celular de su oído con una mueca ofendida, ¿lo confundió con ese remedo de asistente? ¿Qué no tenía guardado su número o ni siquiera eso de él conservaba? Miró y escuchó la voz de Temo empezar a sonar desesperada en busca de respuestas.

Bueno, al menos seguía haciendo un drama de algo tan pequeño como una llamada cualquiera.

Sonrió un poco.

~•~

-¡¿Maldita sea Zasho?! -Maldijo viendo la pantalla para comprobar que se trataba de él. Pero, grande fue su sorpresa al ver qué no era su torpe asistente. - Mierda.

Era Aristotéles.

-Mierda, ¿Temo? - Dijo un risueño Aristotéles de la otra línea. - ¿Desde cuándo hablas tan sucio? Veo que te hizo daño juntarte tanto con Diego. - Bromeó un poco, riéndose nerviosamente.

Su risa, su maldita sonrisa.

~•~

Aristóteles espero paciente a que Temo pasará por la sorpresa inicial y lo atacará o colgará la llamada aunque muy en el fondo esperaba que correspondiera su broma. Una muy mala y torpe pero era algo, ¿no?

Sólo esperaba poder oírlo después de tanto tiempo.

Una palabra, solo una.

-¿Temo?

Qué poquito nos duro el amor [ARISTEMO/ZUMITO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora