El Temochas despedido

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—¿Temo?

Artemisa apoyó en silencio a su padre quién parecía desanimarse por cada segundo que oía el silencio de la otra línea posiblemente él cortaría y lo bloquearía sin antes oírlo.

—Aristotéles, ¿qué pasa? —Contestó al fin.

—Temo hay algo que decirte. — Habló dejando de lado su fallido intento de conversación para concentrarse en la razón de su llamada.

—Vaya no esperaba eso. — Comentó de forma sarcástica desde la otra línea.

—Es acerca de tu padre. —Decidió ir al punto, lo oyó maldecir o eso creyó mientras tomaba de la cómoda un pequeño sobre. — Ayer me comentó acerca de tu proyecto, cosa qué por cierto es una gran idea. —Halago releyendo la letra ilegible y descuidada de Pancho.

—Gracias, creó. — Murmuró sonando algo confundido por ello empezando seguramente a preguntarse porque sabía eso.

—Y él, bueno, Temo... — Se removió incómodo en su lugar buscando apoyo moral en su hija.

Artemisa se retiró de la habitación al recibir una llamada que atendió en el pasillo dejándolo solo y con la suerte de ser el mensajero que recibiría la peor parte.

—Habla, Aristotéles, ¿qué pasa con eso?  ¿Por qué mi padre te dijo eso? ¡Habla de una maldita vez!— Demandó de forma ansiosa seguramente teniendo una idea más clara de lo que ocurría.

Casi podía oírlo suplicar que no dijera nada. Que no fuese nada más que sus figuraciones. Lamentablemente no era así.

—Temo, yo... Acepté. — Cerró sus ojos con fuerza aguardando algún tipo de reacción pero lo único que recibió fue el sonido de la llamada ser cortada.

Aristotéles miró la pantalla disculpándose en silencio.

~•~

Zury sacó de su bolsillo su celular al sentirlo vibrar preparándose mentalmente para recibir un muy posible arranque de furia de su Jefe contesto viendo de reojo a Don Pancho que sonreía comiendo su gelatina.

—Señor, ¿ya se enteró? — Dijo alejándose de la habitación sintiendo la mirada divertida de Pancho seguir sus pasos.

No le gustó escuchar su respiración tensa detrás del otro lado de la línea.

—¿Por qué? — La voz temblorosa de Temo sinceramente lo inquieto mientras corría por el pasillo.

—Señor usted sabe qué una decisión de Don Pancho es ley. — Habló vacilante abriéndose paso entre las enfermeras y visitantes del lugar para llegar a la recepción ganándose miradas molestas así como un par de insultos.

Él debía llegar lo antes posible y advertir al señor Corcega aunque sabía que en parte era su culpa. No quería dejar huérfana a Artemisa antes de tiempo. Si sus sospechas eran ciertas lo último que necesitaba su jefe era lidiar con más escándalos girando alrededor de su vida familiar.

—Lo sé, lo sé ni siquiera yo puedo ir en contra de sus deseos, ¿cierto? — Seguía oyéndole tensó como si estuviera conteniéndose para no explotar.

Zury llegó justo a tiempo para ver a su jefe entrar por las puertas de cristal en compañía de un extraño muchacho y con una aura tan densa como amenazante camino hacia él viendo discretamente a su alrededor agradeciendo no ver a los Corcega por ahí.

—Señor...— Murmuró un poco temeroso acercándose a él.

—¿En qué habitación está mi padre Zury?

Qué poquito nos duro el amor [ARISTEMO/ZUMITO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora