Él Temochas ¿renconciliado?

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Cuahutémoc entre abrió sus ojos sintiéndose horrible por la jaqueca producto de su noche agitada poco recordaba de lo ocurrido y así lo prefería mientras se reincorporaba de la cama del hotel arrastrando consigo una sábana lo único que cubría su desnudes.

—Mierda. —Masculló tocando su ojo hincado.

Él se levantó de la cama arrastrando sus pies por la alfombra recogiendo con pereza algún par de pantalones y una camisa importándole muy poco si eran suyas o de su acompañante que descansaba plácidamente tirado por ahí abrazando una botella de tequila.

—Noche agitada, ¿eh? — Murmuró para sí. Acercándose a su torpe asistente.

Zasho no lucía mejor que él. Su querido pero torpe y hasta cierto punto estúpido asistente traía puesto un traje de charro bañado en su propio vómito pero apesar de haberse caído borracho a unos cuántos pasos de la cama logro mantener intacta la botella de tequila entre sus brazos. Temo se la arrebató para darle un trago y meterse a la ducha.

—Solo esperó no haber hecho una locura.

Temo se encerró en el baño olvidándose de su celular botado cerca del minibar vibrando mostrando la imagen sonriente de su amigo, Diego.

~•~

—Bien, amigo. — Murmuró Temo colocando una almohada debajo de la cabeza de Zasho, deshaciéndose de su ropa. —No quiero que malinterpretes esto, ¿okey? No soy la clase de persona que se aprovecha de sus empleados, digo, ¡eres como un hijo para mí!

Zury murmuró algo que no alcanzó a oír por estar más preocupado en maldecir su idea de irse a beber y gastar su dinero en alcohol lo suficiente como para perder el conocimiento por completo. Temo muy pocas veces había acabado de esa forma y eso que tenía un alto grado de resistencia al alcohol más eso no era lo que le preocupaba sino el hecho de que arrastró a alguien más en sus estupideces.

—Demonios, Zury, ¿puedes quedarte quieto? ¡No compliques más esto! — Gruñó jalando con fuerza el cinturón y desabrochado la bragueta de su traje.

Zury se removió manoteando al aire riéndose entre sueños tentando la poca paciencia de su jefe quién molesto sujeto su muñecas por encima de su cabeza para seguir con su tarea.

—Vaya, no pierdes el tiempo. — Comentó para su horror...

Temo miró su mano aplastando el bulto de su asistente quién gimió levemente bajo suyo en otra circunstancia se hubiese divertido viendo  a Zasho derretirse por apenas un toque tan superficial como este y quizás hasta podría haberlo molestado con ello pero ahora con la intensa mirada de Aristóteles fija en él solo puedo apartarse con sus mejillas rojas de pena.

¿Qué hacia Aristotéles ahí?

—Aristotéles, ¿qué mierda haces aquí? —Dijo levantándose de encima de él para fingir algo de inocencia.

Obviamente él tuvo que haberlo traído ahí. No sabía cómo, ni porque pero él lo trajo y temía saber exactamente como lo hizo.

—¿Tú y él son algo? — Evadió su pregunta. Aristóteles soltó una bolsa con lo que parecía traer algo de comida. — Oh, no me digas. ¿Por qué más estaría encima de tu asiente semi desnudo? Es muy obvió, ¿no? Me pregunto por cuánto tiempo han estado saliendo ustedes.

—Oh, ¡¿otra vez con lo mismo?! — Exclamó arrepintiéndose al instante por la molesta jaqueca golpeando con fuerza sus sentidos.

—¡Yo vine hasta aquí por ti y te encuentro así, ¿cómo supones qué reaccione?! —Alzó la voz lo suficiente como para atormentar a Temo y obligarlo a encogerse en su lugar. —¡Ahora todo tiene sentido tus juntas, tus citas salidas de la nada con dudosos inversionistas incluso tus viajes todo eran excusas para irte a acostar con él! ¡¿No es cierto?!

—Callate. —Susurró comenzando a irritarse.

—¡No más Temo! —Aristotéles se acercó de forma amenazante a él. — ¡No, para ti yo fue el culpable de que nuestra relación se fuera al carajo pero ambos sabemos que fuiste tú!

—Aristotéles. — Advirtió viéndolo con un brillo peligroso en sus ojos.

—¡Tú prometiste que siempre estarías conmigo! ¡Tú dijiste que apesar de todo seguiríamos siendo una familia feliz y unida! ¡Tú fuiste quién renunció hundiéndose por años en la bebida y evadiendo a todos!

Cuahutémoc agachó la mirada cubriendo su rostro con sus manos cansado de discutir lo mismo una y otra vez, y dejo a Aristotéles que sacará todo lo que tenía guardado apesar de lo increíblemente hiriente que era oírlo decirlo porque no había coraje o odio sino tristeza, una profunda tristeza.

—¿Por qué Temo? — Volvió en sí al sentir las cálidas manos de Aristóteles acunar su rostro.

Temo miró la acción realmente sorprendido.

—Siempre creí que tome la decisión incorrecta. —Admitió en voz baja juntando sus frentes como antes en un contacto tan íntimo y suyo.

—No, yo fui quién se equivocó. — Susurró siguiendo su ejemplo admitiendo con pesar viéndole con una sonrisa triste.

Aristóteles imitó su sonrisa sintiéndose lo suficientemente valiente como para buscar su mano y entre lazarla rozando de forma intencional el anillo de compromiso que portaba avergonzándolo ligeramente por el contacto tan cálido.

—Ambos, Temo, ambos nos equivocamos.

~•~

Finalmente llegamos a la escena Aristemo.

¿Fin? 🤔

Qué poquito nos duro el amor [ARISTEMO/ZUMITO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora