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Llegue al baño de hombres del segundo piso. Abrí la llave del lavado y me enjuague el rostro, Me mire en el espejo y tenía un ligero sonrojo en las mejillas, tan tenue que pasaba inadvertido. Me apoye en el lavado y cerré los ojos <<Aléjate de él, es muy peligroso>> ¿Qué significa? ¿Por qué Dylan me dio esa advertencia sin más explicaciones? Sin duda aquel chico podía ser intimidante por su estatura y su fuerza, pero no se veía como el típico bravucón. Los bravucones no le dicen a un hombre <<ojos bonitos>> Quizá le estaba dando demasiadas vueltas, probablemente Tobias me hablo como cualquier heterosexual lo haría con un hombre, y yo estaba imaginándome cosas.

¿Y sus caricias tímidas? Seguramente eran roces involuntarios. Sentí que mis mejillas volvían a arder cuando recordé su respiración en mi cuello al ajustar el microscopio.

<<Debo estar loco –pensé–. Debo superarlo>> Consulte la hora en mi teléfono y ya se hacía tarde para ir al club de actuación.

Salí del baño a grandes zancadas, baje al primer piso y me dirigí al anfiteatro del colegio. Al abrir las puertas dobles me encontré en el fondo en la tarima a algunos de los integrantes del Club. Muchos estaban yendo de un lado hacia otro con papeles en las manos mientras gesticulaban y hablaban para sí mismos.

Me desplace por los asientos y subí los escalones de madera hasta llegar a la tarima y saludé a mis compañeros. Esteban, líder del club nos explico que tendríamos la obra a finales de las clases de invierno y aunque aún faltaba mucho tiempo, teníamos que ensayar.

Mientras recitaba algunas líneas del guion, alguien siseo en los asientos. Entorne los ojos hacia donde creía que venía el sonido, y aunque estaba un poco oscuro, unos rizos dorados se hicieron presentes: ahí estaba Dylan, sentado a unos tramos de la tarima, haciendo un gesto aprobatorio con el pulgar y sonriendo. Yo le devolví la sonrisa ¿Qué hacia aquí? ¿Vino a verme? Mi corazón se acelero ante aquella idea, era la primera vez que Dylan estaba viéndome ensayar y eso significaba mucho para mí.

–¿Entonces quieres que ponga una nota en el periódico escolar sobre la obra? –dijo una voz a pocas distancia de mí. El que hablaba era Ernie, uno de los reporteros del periódico de la escuela, estaba hablando con Esteban mientras sostenía una libreta y un lápiz–. Intentare convencer al editor de que lo publique, pero no te prometo nada.

Bajo de la tarima y se sentó al lado de Dylan, y ambos comenzaron a murmurar. Me pareció extraño, ya que Ernie y él nunca habían sido cercanos.

Culminamos con los ensayos cuando llego la hora del almuerzo. Escudriñe el asiento donde hace un rato estaba Dylan pero halaba vacio, estaba tan inmerso en mi personaje que no me fije cuando abandono el teatro. Seguramente intento despedirse de mí, tenía que verlo antes de terminar las clases para despedirme.

Camine por los pasillos hasta llegar a la cafetería, la cual era una estancia muy amplia con mesas repartidas en todo el piso de porcelana blanca. Me acerque a la barra con mi bandeja y la trabajadora le puso una insípida pasta con albóndigas, llegue a la caja registradora y pague el excedente por el jugo y la fruta.

Me detuve en medio del lugar, la cual estaba atestado de gente haciendo ruidos con los cubiertos golpeado con la bandeja y las conversaciones producían un leve aturdimiento a mis oídos. Vi la mano en alza de Hanna para indicarme que me acercara a su mesa junto con Daniel.

–Todos hablan del chico nuevo –dijo entusiasmada Hanna mientras me sentaba–. Las chicas están muy interesadas en él.

–Parece que a Dylan lo van a reemplazar como el chico más guapo de la escuela –musitó Daniel.

–Y más cuando hay rumores que su novia Erika está teniendo problemas con él –canturreo Hanna.

–¿Qué? –deje escapar un gritillo de emoción–. ¿Van a terminar?

Mi AcosadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora