18

7.8K 550 95
                                    

Los primeros rayos del sol entraron por la ventana en frente de la cama. Me rebullí entre las sabanas, hasta que mi nariz choco con otro cuerpo. Abrí los ojos y sonreí instintivamente al ver como Tobías seguía durmiendo plácidamente.

Me incorporé con un poco de dificultad, me quede sentado en el borde de la cama por unos minutos, escrute mis muñecas enrojecidas por las cuerdas ya desatadas, me lleve una mano en el hombro magullado. Nunca antes me había sentido tan adolorido pero a la vez tan feliz. Volví mi cabeza y miré a Tobías, su respiración era relajada, la expresión de su rostro era serena, ¿Cómo podía dormir tan tranquilamente después de todo lo que ha vivido? Examine con ojo crítico sus moratones, por el color se intuía que era de días. Sacudí mi cabeza, Tobías no podía seguir teniendo esa vida, tenía que hacer algo por él, es un chico inteligente y talentoso y por el camino que está llevando su vida... aun estaba el asunto de Isaac, ¿Realmente lo golpeaste, Tobías? Aunque me sentía seguro al estar a su lado, no podía evitar sospechar de él, ¿Por qué? ¿Por qué lo harías?

Con esfuerzo me puse en pie, hice una mueca de dolor. Escuche un crujido detrás de mí y unos brazos rodearon mi cuello, jalándome de regreso a la cama.

–¿Adonde crees que vas? –dijo Tobías con una sonrisa–. ¿Mi chico no quiere estar conmigo? –añadió en tono divertido.

Mi cabeza cayó sobre su regazo, le dirigí una sonrisa.

–Sólo me iba a poner algo de ropa –respondí.

–¿Por qué lo harías? Si me encanta verte así. Mi chico de ojos grises en mi cama, completamente desnudo, es un sueño hecho realidad, minutos después de haberte quedado dormido, te admire por más de una hora. Quédate así.

–¿Por qué te gustaría ver a un cuerpo tan pálido?

–Porque es muy tersa y frágil –se quedó en silencio por un momento, observo las magulladuras de mi hombro y agrego–: No debí haberte mordido, lo siento, estaba muy excitado –posó su mano en el moratón más grande y gemí por el ardor–. Quédate en la cama, buscaré el botiquín medico –se puso en pie y se encaminó al baño, reí por lo bajo al ver sus glúteos alejarse, nunca pensé que mi primera vez iba a ser con un chico como ese, siempre había idealizado estar con Dylan.

Tobías regreso con el botiquín, lo deposito en la cama, le di la espalda en la cama, y empezó a limpiar las pequeñas heridas.

–No es nada –le dije–, es algo soportable. Deberías preocuparte por las tuyas.

–¿Las mías?

–Sí, puede que ya no te duela, pero corres el riesgo de sufrir hemorragia interna a causa de esas peleas –volví mi cabeza y lo miré–. Tienes que dejar de pelear.

–Ya te lo dije, Hanzel, debo tener suficiente dinero para pagar los gastos de mi madre.

–Puedes conseguir otro trabajo, uno que pague igual de bien.

–¿Ah, sí? ¿Pues dime cual es ese? ¿Qué empresa prestigiosa va a contratar a un chico con antecedente penales?

Me quedé en silencio, tenía razón. Todo era tan injusto, y él era tan fuerte, ¿O será que fingía ser fuerte?

–¿Estas siendo sincero conmigo? –le pregunté, el me miró desconcertado–. ¿De verdad eres así de fuerte o finges delante de mí?

–No te entiendo.

Me di media vuelta y lo miré al rostro.

–Has pasado por muchas injusticias, y aun la sigues viviendo, ¿Cómo es que no te afecta?

–Claro que me afecta.

–¿Y por qué nunca me dices lo mal que te sientes? Quisiera que abrieras tu corazón.

Mi AcosadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora