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–¿En verdad crees que fue Tobías? –inquirió Hanna mientras caminábamos en los pasillos del colegio.

–No sé lo que creer –le dije–, pero es muy extraño esa sangre en su ropa.

–Isaac aun no ha despertado en el hospital –dijo Daniel llanamente, parecía perdido en sus cavilaciones–. No podemos preguntarle quien fue, pero al menos ya está fuera de peligro.

–Es que me estremezco el pensar que fue Tobías –gimió Hanna.

–Deja de defenderlo –le espeté–, no puedes confiar en un desconocido, Hanna.

–No lo digo por eso –repuso–, Tú no viste el estado en que se encontraba Isaac esa noche, Hanzel –me miro con un ápice de horror–. Estaba completamente hinchado, si no fuera por su ropa, no lo reconoceríamos, pensar que alguien cercano sea capaz de tal atrocidad... –se paro en secó, Daniel y yo nos detuvimos a unos pocos tramos y nos volvimos hacia ella. Nunca había visto a Hanna tan preocupada –. Temo por ti –añadió con voz temblorosa.

Daniel se acerco a ella y le puso una mano en su hombro.

–Tranquila, Hanna –susurró Daniel casi melódicamente–, si Tobías resulta ser tan peligroso como dice Dylan, no dejaremos que dañe a Hanzel –los dos me miraron. Al menos ya habían hecho las paces por lo de la fiesta de Dylan. Pero no podía sentirme tranquilo, ellos no sabían todas las cosas que hice con Tobías, y las últimas conversaciones con él fueron muy extrañas y oscuras.

Pero quería llegar al fondo de todo esto. No importaba el riesgo que corría, necesitaba saber si fue Tobías quien golpeo a Isaac, y de ser así, ¿Por qué lo hizo? Necesitaba saber la historia de ese chico, merecía saberlo. Nunca había tenido tanta intimidad con alguna otra persona, y aunque yo no lo consentía, el me llamaba <<Novio>> Bueno, pues como su hipotético novio, tenía que saber la verdad.

Había intentado comunicarme con Dylan toda la noche, pero no respondió a mis llamadas, solo me envió un texto en la madrugada que estaba ocupado, que acompañaba a los padres de Isaac en el Hospital. Así que al día siguiente me dispuse a darle apoyo.

Finalmente lo encontré en un aula que estaba vacía. Dylan estaba con su novia.

–Dylan –dije en un hilo de voz al cruzar el umbral–, ¿Cómo te encuentras? ¿Cómo sigue Isaac?

Dylan estaba cabizbajo sentado encima de una mesa. Su novia lo consolaba a su lado acariciándole el cabello. La chica alzo la mirada y me miro despectivamente. No me afecto, ya estaba acostumbrado a su actitud. Dylan no se digno a mirarme.

–Vete de aquí –siseó Erika –. Él no quiere verte.

–Entonces que me lo diga él –la confronte. Di unos pasos hacia adelante–, ¿Estas molesto conmigo?

–Dylan meneó la cabeza con parsimonia.

–Erika –la llamó Dylan con la voz quebrada–, déjanos solos.

–Pero amor, yo...

–Hablaremos luego.

La chica titubeó por unos segundos y luego se puso en pie y cruzo el aula, cerró la puerta y solo quedamos Dylan y yo. El rubio aun tenía la cabeza gacha.

–No quería que me vieras así –dijo y levanto la mirada. Tenía los ojos inyectados de sangré y llorosos. Me dolió verlo en ese estado, recordé todo lo que había compartido con Dylan. De cómo nos conocimos, de las cosas que hizo que me enamorara de él.

Sentí nostalgia, parecía que hubiera pasado años sin vernos. Como ese par de amigos que se juran que estarán juntos por siempre pero al crecer se separaran y al cabo de unas décadas se reencuentran.

Mi AcosadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora