–¿Estás bien? –preguntó Tobías desde el umbral de su habitación, desnudo.
Asentí lentamente desde la cama. Yacía en su cama, una manta cubría mi desnudez. Tobías se sentó en el borde y empezó a acariciar mi cabello.
–Has estado muy distraído –dijo–. Es como si estuvieras ausente en todo el sexo –desvió la mirada y frunció el ceño levemente–. ¿Ya no te gusta estar conmigo?
Tarde un poco en entender sus palabras. Era cierto, había pasado toda la noche absorto en la amenaza de Colbyn. Ya había pasado tres días, y a medida que pasaba el tiempo, me daba cuenta que estaba solo en esto, que nadie podía ayudarme. ¿Y si le cuento a Tobías? No, solo emporaría las cosas, Tobías no podía hacer nada. Colbyn ha estado en el ejército por más de dos décadas, tiempo suficiente para crear una imagen de autoridad, y ni Tobías, ni mis amigos o mi padre puede contra eso.
Había pensado en demandarlo, pero terminé en concluir que aquello seria un escándalo. Saldría en televisión el caso y yo sería conocido como el niño que fue abusado, y si es que lo declaran culpable, quizá saldría libre de esa demanda. Pero no podía acostarme con él, eso no era una posibilidad, pero si no lo hacía, mi padre... estará preso.
–Ya veo –masculló Tobías–, te aburriste de mí.
–¿Qué? –me incorpore y lo miré a la cara–. No, claro que no.
–¿Entonces, por qué estas tan distraído? Ni siquiera pones atención lo que te digo.
Vacile. Al cabo de unos segundos me encogí de hombros y dije:
–Estoy cansado, eso es todo.
El rostro de Tobías se ensombreció, haciéndolo ver severo. Incluso cuando se molesta es tan atractivo. Se acostó y me atrajo hacia su pecho. Sus latidos resonaban en mi oído, un sonido que me tranquilizo.
–Voy a saber lo que te sucede, Hanzel. Quieras o no.
–Yo también voy a averiguar lo que ocultas –Tobías guardo silencio. Volvió acariciar mi cabello–. Somos una pareja tan extraña.
–¿Por qué?
–Tenemos secretos.
–Todos tienen secretos, Hanzel.
–Sí, pero nosotros estamos dispuestos a descubrir que oculta el otro –alcé la mirada. Tobías me miraba serio, pero en sus ojos... en sus ojos siempre estaba el mismo brillo al estar conmigo–. ¿No te parece perjudicial? ¿Qué nos guardemos secretos?
–Bueno, yo lo hago para protegerte, mientras que tú no me dices quién es ese Colbyn que murmuras en tus pesadillas porque no me amas lo suficiente para decírmelo.
Guarde silencio. Ya habíamos pasado por esta discusión. Tobías me cogió de la mano y la dirigió a su miembro, que estaba erecto. Atisbe una sonrisa maliciosa.
–Estoy casando –le dije, y era cierto. Tuvimos sexo por horas–. Solo quiero dormir, contigo.
Tobías asintió. Me besó en la coronilla y apago la luz de la lámpara. Las siguientes dos horas se me hicieron eternas, miraba de soslayo a Tobías de vez en cuando. Supuse que ya se había quedado profundamente dormido, me levante de la cama con mucha cautela. Busqué con la mirada mi pantalón, y lo ubique en el suelo, en un rincón. Saque del bolsillo un chip y mi teléfono, y caminando de puntillas me acerqué a la mesita de noche, tomé el teléfono de Tobías e inserte el chip en la ranura. Sentía los latidos en mi garganta. Le escribí a Daniel << Está hecho>> y a los segundos este respondió: <<Ya lo tengo>> saqué el chip y coloqué el teléfono en la misma posición en la que lo había encontrado. Guarde mi teléfono y el chip y me acosté al lado de Tobías con un ligero sentimiento de culpa.

ESTÁS LEYENDO
Mi Acosador
RomansaHanzel es un adolescente con una vida relativamente normal, con amigos, con problemas y con un interes amoroso. Pero todo cambiará con la llegada de un intimidante chico nuevo, en la que tendrá que descubrir los secretos que éste oculta