La brisa agitaba las copas de los árboles, llenas de hojas verdes, nuevas, señal de la llegada de la primavera. Me senté en un banquito oculto entre dos árboles en el patio central de la escuela. Lo suficientemente alejado para que Hanna o Daniel me buscaran. Los había evitado en la última semana de vacaciones. Pero más que alejarme de ellos, lo qué realmente quería era no ver a Tobías. Lo tuve que enfrentar días después del incidente. Vino a mi casa y le dije que habíamos terminado, que ya no éramos nada. Pero él se negó a romper conmigo.
Se siente tan extraño. Nunca había creído lo que decían de Tobías. Nunca lo había visto como una persona peligrosa. Y ahora que tengo la evidencia, ahora que lo vi con mis propios ojos, yo... continúo sin tenerle miedo realmente. Es como si supiera de alguna forma que él nunca me haría daño, ¿puedo ser tan idiota? Ha matado a dos personas, quién sabe si a más. Hirió casi de muerte a Isaac, y yo no le tenía miedo
–¡Cielos, te estábamos buscando! –di un respingo al escuchar la voz de Hanna. Me volví y la vi con una sonrisa–. Daniel fue a buscarte en el anfiteatro –se acercó y se sentó a mi lado–. ¿Qué haces con teléfono? Te hemos llamado y no lo atiendes.
Fingí una sonrisa.
–Lo lamento, Hanna. He estado muy distraído.
–¿De qué?
Me encogí de hombros.
–Solo pensado.
Hanna sonrió.
–No pienses tanto, Hanzel. Solo se feliz.
–¿Cómo lo haces?
–¿Cómo hago qué?
–¿Cómo es que siempre estás alegre? Desde que nos conocimos en este colegio, siempre has estado alegre. Muy pocas veces te he visto tensa o preocupada. A veces creo que me mientes, Hanna.
Hanna sonrió aún más.
–No te miento, Hanzel. Solo tenemos esta vida para ser felices, ¿Por qué la debemos desperdiciar en estar triste?
–¿Quieres decir que todo el tiempo debemos estar felices?
–No digo eso, hay momentos en los que debemos estar tristes, como cuando perdemos a alguien. Pero no agregues más sufrimiento innecesario a tu vida, solo vive.
Alcé las cejas.
–No puedo ser tan optimista como tú. No después de tantas cosas.
–¿Terminaste con Tobías? ¿No es así?
La miré sorprendido. Ella se echó a reír.
–No soy tan despistada como cree Daniel o tú. Yo también he tenido novios y hemos terminado. Y cómo has estado tan distante, supuse que era eso.
–Ya no lo puedo soportar, Hanna –baje la mirada–. Creo que lo amo, pero.... Duele tanto, duele que no pueda ayudarlo, duele que estos secretos nos destruyan, duele que no confié en mí. El amor no debería doler.
–Solo debemos averiguar la verdad y luego podrás enfrentarlo.
Negué con la cabeza.
–Eso no lo solucionara –me enjugue con la manga de mi camisa una lágrima.
–Oh, Hanzel –me dio palmaditas en la espalda–. Estoy segura de que se arreglara –miró hacia adelante. La seguí con la mirada y advertí a Isaac sentado a dos palmos de nosotros. Solo, cómo lo ha estado desde que salió del hospital–. No sé tú, pero yo estoy cansada de seguir los métodos de Daniel. No hemos logrado nada con rastrearle el teléfono. Debemos zanjar esto de una vez –se puso en pie–. Sígueme.

ESTÁS LEYENDO
Mi Acosador
RomanceHanzel es un adolescente con una vida relativamente normal, con amigos, con problemas y con un interes amoroso. Pero todo cambiará con la llegada de un intimidante chico nuevo, en la que tendrá que descubrir los secretos que éste oculta