Capítulo 21

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VOLVIIIIIIIIIIIIIIIII.

A cada instante y de manera "discreta" desde la alberca los ojos de Liam se posaban sobre el espectacular chico del mini short negro, Damián, lo tenía completamente cautivado, le era casi imposible dejar de verlo, se miraba tremendamente tentador y hermoso. Estaba sentado en la silla de extensión conversando muy sonriente con Sabrina, y Alexander.

Elegante, simpático, sexy, precioso, inteligente, todas esas palabras reunidas en un solo hombre, un hombre que a él lo estaba volviendo loco, ni siquiera lo tenía cerca y sentía que su cuerpo reaccionaba de una manera descomunal, su corazón se aceleraba como si estuviese corriendo una maratón y el pecho le dolía de tantas emociones que experimentaba.

Por mucho que trataba de distraerse y no verlo, en cada oportunidad que tenía sus ojos lo buscaban, era inevitable, le encantaba, ese chico realmente le encantaba de una manera brutal, de una forma desesperada, fuerte, nunca lo había tenido y necesitaba de él, para esos momentos sentía que era capaz de dar lo que sea, y hacer lo que sea con tal de que Damián fuera suyo, con tal de tenerlo en su cama, bajo las sabanas y hacerle el amor, de recorrer con caricias y besos su cuerpo entero, de sentirlo bajo su piel, de hacerlo estremecer bajo sus brazos y no solo una vez, sino muchas veces, quizás para siempre, porque estaba seguro que aunque le hiciera el amor una vez, jamás estaría satisfecho, al contrario, iba a querer más y más del chico y eso le asustaba, porque de no estar casado no lo dejaba escapar.

Maldición, que le había hecho... ¿En que momento lo envolvió de esa forma?

Damián no se quedaba atrás, a través de sus lentes de sol buscaba insistentemente a Liam, verlo con tan poca ropa, ver ese cuerpo tan trabajado, con esos músculos fuertes, lo ponía mal, se sentía como un loco enfermo pero es que su cuerpo reaccionaba sin su permiso, sin su consentimiento, no podía controlarse así mismo, sentía vergüenza de sus pensamientos, estaba Sabrina, su novia ahí presente y él deseando a un hombre que no era ni sería suyo, lo peor es que lo que sentía no era simplemente deseo o atracción, no, ahí había un sentimiento muy fuerte que de no controlarlo podía causar daño.

Lo observaba riéndose con Esteban y Richard, solo usando un pequeño short de tela rojo, a través de éste se veían sus atributos, ¡que hombre! pensaba, estaba tan bien dotado en todos los sentidos, definitivamente Sabrina era afortunada de tenerlo, jamás se había sentido de esa forma y realmente se sentía muy mal consigo mismo por querer a un hombre que no era suyo, no debía, no podía.

Pero ¿que podía hacer? Él no le había dicho ni a su corazón ni a su mente que se fijaran en un hombre prohibido, pasó sin querer y seguramente ni muriéndose lo que sentía por Liam se iba a acabar, a estas alturas su corazón estaba demasiado involucrado con su amado.

-Liam discúlpame que te lo diga pero por Dios que padrastro tienes. Que chico más hermoso. -Susurró Esteban muy bajo mientras se sentaba en una de las sillas de extensión y se secaba con una toalla.

Liam no dijo nada, simplemente lo miró sintiendo que ese comentario le había molestado.

-Es verdad, Liam, Damián está muy hermoso, es suertudo Jackson, pero a mi me gusta su amigo el rubio, Alexander. ¿Así dijo que se llamaba no? Preguntó Richard.

-Si, se llama Alexander. -Se limitó a responder Liam a la vez que se colocaba sus lentes de sol y se recostaba en la silla, su mirada se dirigió una vez más a Damián recorriéndole el cuerpo entero en cámara lenta.

Sabrina se disculpó con los chicas, se levantó de donde estaba y se dirigió hasta donde Liam, se sentó a un lado de él y acercó sus labios para besarlo, era muy cariñosa y atenta, por supuesto Liam le devolvió el beso y Damián sintió un agudo dolor en el pecho, los veía sonreír, besarse y eso era demasiado doloroso para su corazón.

Pasión ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora