Buckbeak, el enorme hipogrifo gris, estaba amarrado delante de la cabaña de Hagrid. Al ver acercarse a los muchachos, hizo un ruido seco con su pico afilado y giró la descomunal cabeza hacia ellos.
—¡Oh, cielos! —dijo Hermione con nerviosismo—. Todavía da un poco de miedo, ¿verdad?
—No digas tonterías.
Harry se adelantó y le hizo una reverencia mirándolo a los ojos y sin parpadear. Unos segundos después, Buckbeak le devolvió la reverencia.
—¿Cómo estás? —susurró Harry, y se acercó al animal para acariciarle la plumífera cabeza—. ¿Lo echas de menos? Pero aquí, con Hagrid, estás bien, ¿verdad?
—¡Eh, cuidado!
Hagrid salió dando zancadas por detrás de la cabaña; llevaba puesto un gran delantal con estampado de flores y cargaba un saco de patatas. Fang, su enorme perro jabalinero que le seguía los pasos, soltó un ladrido atronador y se abalanzó hacia los jóvenes.
—¡Apartaos de él! ¡Os va a dejar sin de...! Ah, sois vosotros.
Fang saltaba sobre Hermione, Destiny y Ron intentando lamerles las orejas. Hagrid los observó un momento y luego se dirigió hacia su cabaña dando largas zancadas. Entró y cerró la puerta.
—¡Ay, madre! —se lamentó Hermione, compungida.
—No te preocupes —la tranquilizó Harry. Fue hasta la puerta y llamó con los nudillos—. ¡Hagrid! ¡Abre, queremos hablar contigo! —No se oía nada en el interior—. ¡O abres o derribamos la puerta! —amenazó, y sacó su varita.
—¡Harry! —dijo Hermione—. No puedes...
—¡Claro que puedo! Apartaos...
Pero antes de que dijera nada más, la puerta se abrió de par en par, como él sabía que ocurriría, y apareció Hagrid, que se lo quedó mirando con fiereza, pese al cómico aspecto que ofrecía con su delantal de flores.
—¡Estás hablando con un profesor! —rugió—. ¡Con un profesor, Potter! ¿Cómo te atreves a amenazar con derribar mi puerta?
—Lo siento, señor —respondió Harry poniendo énfasis en la última palabra, y se guardó la varita en el bolsillo interior de la túnica.
Hagrid estaba pasmado.
—¿Desde cuándo me llamas «señor»?
—¿Y desde cuándo me llamas «Potter»?
—¡Vaya, qué listo! —gruñó Hagrid—. Muy gracioso. Intentas tomarme el pelo, ¿eh? Muy bonito. Pasa, pedazo de mocoso desagradecido... —Sin dejar de refunfuñar, se apartó para que entraran. Hermione lo hizo pegada a Harry, con cara de susto—. ¿Y bien? —gruñó Hagrid mientras los tres amigos se sentaban a la enorme mesa de madera; Fang apoyó la cabeza en las rodillas de Harry y le babeó la túnica—. ¿Qué pasa? ¿Sentís lástima por mí? ¿Creéis que estoy triste o algo así?
—No —contestó Harry sin vacilar—. Sólo queríamos verte.
—¡Te hemos echado de menos! —dijo Destiny con apresuro.
—¿Que me habéis echado de menos? —se burló Hagrid—. Sí, claro.
Sacudió la cabeza y fue a preparar té en una gran tetera de cobre. Luego llevó a la mesa tres tazas del tamaño de cubos, llenas de un té color caoba, y un plato de pastelitos de pasas. Harry estaba tan hambriento que hasta se sentía capaz de comer algo cocinado por Hagrid, así que cogió uno.
—Mira, Hagrid —dijo Hermione con vacilación cuando el guardabosques por fin volvió a sentarse y se puso a pelar patatas con brutalidad, como si aquellos tubérculos lo hubiesen ofendido gravemente—, nosotros queríamos seguir estudiando Cuidado de Criaturas Mágicas pero...
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Destiny y el Principe Mestizo [DEH #6]
FantasyCon dieciséis años cumplidos, Destiny, es una de las más poderosas jóvenes magas en existencia, una de las pocas que ha podido hacerle frente a Voldemort, la más joven en la Orden del Fénix y en el mundo profesional del Quidditch; y esperando por pa...