Capitulo 05. Horace Slughorn.

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Pese a que llevaba varios días ansiando que fuera verdad que Dumbledore iría a recogerlo, Harry se sintió muy incómodo en cuanto comenzaron a andar juntos por Privet Drive. Era la primera vez que mantenía una conversación propiamente dicha con el director de su colegio fuera de Hogwarts, pues por lo general los separaba un escritorio. Además, el recuerdo de su último encuentro cara a cara no dejaba de acudirle a la mente, e incrementaba su sensación de bochorno; en aquella ocasión, él había gritado como un loco, y, por si fuera poco, se había empeñado en romper algunas de las posesiones más preciadas de Dumbledore.

Sin embargo, éste parecía completamente relajado.

—Ten la varita preparada, Harry —le advirtió con tranquilidad.

—Creía que tenía prohibido hacer magia fuera del colegio, señor.

—Si te atacan, te autorizo a usar cualquier contraembrujo o contramaldición que se te ocurra. Sin embargo, no creo que esta noche deba preocuparte esa eventualidad.

—¿Por qué no, señor?

—Porque estás conmigo. Con eso bastará, Harry. —Al llegar al final de Privet Drive se detuvo en seco—. Todavía no has aprobado el examen de Aparición, ¿verdad? —preguntó.

—No. Creía que para presentarse a ese examen había que tener diecisiete años.

—Así es. De modo que tendrás que sujetarte con fuerza a mi brazo. Al izquierdo, si no te importa. Como ya has visto, mi brazo derecho está un poco frágil. —Harry se agarró al antebrazo que le ofrecía—. Muy bien. Allá vamos.

Notó que el brazo del anciano profesor se alejaba de él y se aferró con más fuerza. De pronto todo se volvió negro, y el muchacho empezó a percibir una fuerte presión procedente de todas direcciones; no podía respirar, como si unas bandas de hierro le ciñeran el pecho; sus globos oculares empujaban hacia el interior del cráneo; los tímpanos se le hundían más y más en la cabeza, y entonces...

Aspiró a bocanadas el aire nocturno y abrió los llorosos ojos. Se sentía como si lo hubieran hecho pasar por un tubo de goma muy estrecho. Tardó varios segundos en darse cuenta de que Privet Drive había desaparecido. Dumbledore y él estaban de pie en una plaza de pueblo desierta, en cuyo centro había un viejo monumento a los caídos y unos cuantos bancos. Tras recuperar por completo los sentidos, comprendió que acababa de aparecerse por primera vez en su vida.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Dumbledore mirándolo con interés—. Lleva tiempo acostumbrarse a esta sensación.

—Estoy bien —contestó el chico frotándose las orejas, a las que no parecía haberles agradado dejar Privet Drive—. Pero creo que prefiero las escobas.

Dumbledore sonrió, se ciñó un poco más el cuello de la capa de viaje e indicó:

—Por aquí. —Echó a andar con brío por delante de una posada vacía y de varias casas. Según el reloj de una iglesia cercana, era casi medianoche—. Y dime, Harry, ¿te ha dolido últimamente... la cicatriz?

El chico se llevó una mano a la frente y se frotó la marca con forma de rayo.

—No —contestó—, y no lo entiendo. Creí que me ardería siempre, ya que Voldemort está recobrando su poder.

Vio que el anciano ponía cara de satisfacción.

—Yo, en cambio, creí todo lo contrario. Lord Voldemort ha comprendido por fin lo peligroso que puede resultar que accedas a sus pensamientos y sus sentimientos. Al parecer, ahora está empleando la Oclumancia contra ti.

—Pues por mí, mejor —repuso Harry, que no echaba de menos ni los inquietantes sueños ni los fugaces momentos en que se introducía en la mente de Voldemort.

Destiny y el Principe Mestizo [DEH #6]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora