Capitulo 37. Desastroso Partido.

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El día del partido de quidditch contra Hufflepuff, Harry pasó por la enfermería antes de ir al campo. Ron estaba muy nervioso; la señora Pomfrey no lo dejaba bajar a ver el partido porque creía que eso podía sobreexcitarlo.

—¿Qué tal va McLaggen? —preguntó. Al parecer no se acordaba de que ya le había hecho esa pregunta dos veces.

—Ya te lo he dicho —respondió Harry sin perder la paciencia—, no querría quedármelo aunque fuera un jugador de talla mundial. Destiny le odia, esta apunto de molerlo a golpes. No para de decirle a todo el mundo lo que tiene que hacer y se cree que jugaría mejor que los demás en cualquier posición. Estoy deseando librarme de él. Y hablando de librarse de pesados —añadió mientras se ponía en pie y cogía su Saeta de Fuego—, ¿quieres hacer el favor de no hacerte el dormido cuando Lavender viene a verte? Me está volviendo loco a mí también.

—Oh —dijo Ron, avergonzado—. Sí, vale.

—Si ya no quieres salir con ella, díselo.

—Ya... Es que... no es tan fácil, ¿sabes? —Hizo una pausa y añadió fingiendo indiferencia—: ¿Vendrá Hermione a verme antes del partido?

—No, ya ha bajado al campo con Des.

—Oh —repitió Ron, ahora apenado—. Vale. Buena suerte. Espero que machaques a McLag... quiero decir a Smith.

—Lo intentaré —dijo Harry, y se echó la escoba al hombro—. Volveré después del partido.

Se apresuró por los desiertos pasillos. No quedaba ni un estudiante en el colegio: todos estaban fuera, sentados ya en el estadio o dirigiéndose hacia él. Mientras Harry oteaba por las ventanas que encontraba a su paso, intentando calcular la fuerza del viento, oyó pasos y miró al frente. Era Malfoy, que caminaba hacia él acompañado por dos chicas que ponían morritos.

Al verlo, Malfoy se detuvo, pero luego soltó una risa forzada y siguió andando.

—¿A donde vas? —le preguntó Harry.

—A ti te lo voy a decir. ¡Como si fuera asunto tuyo, Potter! —se burló Malfoy—. Date prisa, todo el mundo está esperando al «capitán elegido», al «niño que marcó» o como sea que te llamen últimamente.

A una de las chicas se le escapó una risita tonta. Harry la miró a los ojos y ella se ruborizó. Malfoy lo apartó de un empujón y prosiguió su camino; las dos muchachas lo siguieron al trote hasta que el grupo se perdió de vista tras un recodo.

Harry se quedó plantado mientras los veía desaparecer. Era desesperante: no tenía ningún margen de tiempo si quería llegar puntual al partido y, sin embargo, allí estaba Malfoy merodeando por los pasillos mientras el resto del colegio se encontraba fuera. Es decir, aquélla era la ocasión ideal para descubrir qué tramaba, y él iba a desperdiciarla. Pasaron los segundos sin que se oyese el vuelo de una mosca y Harry aún vacilaba; estaba como paralizado, mirando fijamente el sitio por donde Malfoy había desaparecido...

—¿Dónde estabas? —le preguntó Destiny cuando él entró a toda prisa en el vestuario. El equipo ya se había cambiado y estaba preparado: Grayson y Warrick, los golpeadores, se daban en las piernas con los bates, impacientes.

—Me he encontrado a Malfoy —le confió Harry en voz baja mientras se ponía la túnica escarlata por la cabeza.

—¿Y qué?

—Pues que quería enterarme de qué hacía en el castillo con un par de amigas mientras todos los demás están aquí abajo.

—¿Tanta importancia tiene eso ahora?

—Bueno, desde aquí no creo que lo averigüe, ¿no? —repuso Harry agarrando su Saeta de Fuego y ajustándose las gafas—. ¡Vamos, chicos!

Y sin más salió al terreno de juego en medio de atronadores vítores y abucheos. Hacía poco viento y había algunas nubes por las que de vez en cuando asomaban deslumbrantes destellos de sol.

Destiny y el Principe Mestizo [DEH #6]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora