12.

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No fue hasta que se ducho de nuevo cuando se dio cuenta de que había manchado de sangre el jersey que le había dejado Scarlett. Lo dejó con cuidado en un rincón, prometiendo que lo recogería ella y no Steffana, la empleada. Se metió en la cabina de la ducha y suspiró. Cerró los ojos y dejó que el agua se llevase todos los recuerdos, los gritos y a sí misma. No se imaginó ninguna fantasía esta vez, sin embargo. Tampoco deseó nada.

Simplemente se quedó quieta bajo el torrente cálido de agua. Tanto tiempo que la piel de sus dedos se resblandecio.

Una vez terminó, se envolvió en una toalla y salió al dormitorio. Por alguna razón, no le sorprendió encontrarse a Jack sentado en la cama.

- ¿A qué has venido?

- Es mi casa.

Lily se cruzo de brazos pero luego pensó que aquello era una tontería y pasó delante de él para coger su sudadera y resto de ropa limpia.

- ¿Piensas cobrarte la deuda?

- ¿A cuál te refieres?

Ella señaló con los ojos la cama donde estaba sentado. Jack puso los ojos en blanco.

- No -se levantó y se acercó sigilosamente a ella-, solo venía a saber cómo estabas.

- Ha sido muy terapéutico, gracias -lo miró fijamente a los ojos, aguantando su mirada-. Pensabas que no lo haría.

- Por un momento, sí. Me alegra haberte subestimado.

Sigues subestimandome, Jack. No sabes de lo que soy capaz.

Sin embargo, había algo parecido al orgullo en los ojos de Jack y Lily no pudo evitar sentir cierto placer.

- Yo... pensaba irme a casa. O a lo que queda de ella.

- De acuerdo. Pero luego vas a volver.

Frunció el cejo, ¿qué?

- No te estaba pidiendo permiso.

- Ni yo a ti tampoco. ¿No te gusta esta habitación? T e pondremos en otra, pero vas a vivir bajo mi mismo techo.

- No puedes obligarme, Jack. Yo no soy nada tuyo.

Jack esbozó una pequeña sonrisa cruel y la observó de arriba abajo. Se percató de que seguía solo con la toalla puesta y a unos cuantos centímetros de él.

- No quiero nada de ti -susurró Lily furiosa.

- Quítate la toalla entonces. Es mía.

Se quedó boquiabierta, pero Jack estaba totalmente inexpresivo. Como si aquello fuese lo más normal del mundo. Una vez más, a ese juego podían jugar dos.

Agarró el nudo de la toalla en su pecho para quitársela, mirándolo a los ojos. No le daría el gusto de agachar la cabeza.

- Toma tu estúpida toalla.

Antes de que la tela cayese, Jack dijo:

- Para.

Lily se sujetó la toalla contra el pecho, mechones de pelo mojado goteando contra su piel. Jack agarró uno de los mechones y pasó los dedos por el tacto sedoso.

- ¿Te has arrepentido de querer verme desnuda? -murmuró ella.

Jack parecía distraído con su pelo, pero entonces tiro de uno de los mechones y Lily chocó contra su pecho. Sus rostros quedaron a centimetros.

- Cuando te vea desnuda será para terminar lo que empezamos.

- ¿Por qué no ahora?

Sus narices se rozaron y Lily pudo notar como Jack se tensaba contra ella.

Mercenaria (Collingwoods I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora