33.

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-Explícamelo de nuevo, por favor, Scarlett -pidió dulcemente Helena.
Clark observó la situación con ojos como platos mientras veía como Scarlett hacia una actuación merecedora de un Oscar.
-Yo la quería -decía la hermanisima-. Y ella va y me deja por otra persona. No sabía como reaccionar, Hel, me ha pillado de improvisto…
La misión de Scarlett era lograr distraer a Helena y alejarla de la celebración, hasta donde tenían pensado tenderle la trampa. Sin embargo, Clark no imaginaba que Scarlett iba a llamar la atención de ese modo.
Helena sujetó el pañuelo contra el puño sangrante de Scarlett y la abrazó.
-Puedo imaginarme como te estás sintiendo -susurraba, consolandola-. Pero quiero que sepas que estoy aquí para lo que necesites.
El colombiano trago saliva, intentando asimilar que aquella chica pequeña y dulce que se había convertido en el amor de su vida, era una traidora.
Peor, era alguien que había hecho mucho daño a su familia
Sin embargo, aquello no encajaba con la Helena que él había conocido. Demonios, había convivido con ella, ¿como no había podido darse cuenta? ¿Cómo era posible que Helena lo hubiese estado engañando todo ese tiempo?

Se aclaró la garganta.
-Será mejor que vayamos a algún lugar discreto antes de que alguien te vea y piense que has cometido un asesinato -dijo con voz socarrona.
Antes de que ellos cometiesen uno.
No. Nadie iba a morir esa noche. Y sobretodo, él no mataría a nadie esa noche.
-¿Clark, estás bien?
Su mente volvió al presente. Helena lo miraba preocupada mientras con un brazo seguía sosegando a Scarlett, quien había palidecido de repente.
-Sí, vamos.







Ken esperó a Lily en uno de los cuartos de empleados que daban al jardín de atrás. La muchacha apareció y Ken se quedó sin respiración.
-¿Ocurre algo? -preguntó la muchacha cuando cerró la puerta y apoyó su espalda en ella.
-No -carraspeó-. Estás muy hermosa.
-Gracias, tú también.
El muchacho sonrió y ella le devolvió el gesto. Sin embargo, su mirada descendió al suelo.
-Lily.
-¿Qué?
-Puedes contármelo.
La espía suspiró y su mirada dorada se clavó en la azul de él. Si bien espectacular, parecía cansada y Ken se culpó por ello. Se recordó que tenía que decirle la verdad, tenía que confesar lo que su familia le había hecho.
-Si te lo cuento, ¿prometes que no te enfadaras?
-¿Qué pasa?
-Y si antes de contartelo, hago una cosa que no tengo permitida, ¿prometes que tampoco te enfadaras?
Ken la observó durante un instante en silencio, y cayó en la cuenta de que no se había vuelto a acordar de Constance. Cuando Lily le decía que quería verlo, ya no pensaba en la misión.
Sino en verla.
-Lo prometo.
Lily se despegó de la puerta y se acercó lentamente a él. Ken intentó permanecer impasible, pero cuando sus manos acariciaron su pecho y ascendieron hasta los hombros, se percató de que había estado manteniendo la respiración.
-Déjame…-Los ojos de Lily estaban fijos en sus labios-. Déjame intentar algo.
Posó sus labios sobre los de él. Ken los abrió y la envolvió en sus brazos, saboreando su aroma, su tacto suave. Sabía que estaba mal, pero no pudo controlarlo más. Olvidó todo: quien era, su familia, donde se encontraban y quien era ella alli.
Ya no importaba.
Lily cortó y lo abrazó, pegando su rostro contra su pecho.
-No te va a gustar lo que te voy a contar.
Ken lo dudó, sin embargo, cuando Lily procedió a contarle que los Collingwood habían descubierto a Helena y planeaban quitarla de en medio fue como un vaso de agua fría. Alguien le tiro de los pies y volvió a la realidad.
-¿Cómo lo han descubierto?
La muchacha negó con la cabeza.
-No lo sé, es por eso que siento que siempre estoy en peligro. Sin embargo, no podía quedarme con las ganas de…besarte.
Ken cogió su rostro entre sus manos y junto su frente con la de ella.
-Créeme, yo tampoco podía aguantarlo más.
La vio sonreír, pero su mente ya estaba en otra cosa. Quizá era bueno que los Collingwood tuvieran a Helena, excepto que si esta confesaba lo que le había hecho a Lily.
Lo que conseguiría que la matasen. No, pensó, Helena ya estaba muerta.
Tragó saliva y tomó una decisión.
-Escúchame, Lily. Sé que Helena era una posible ayuda pero…creo que es mejor si Jack se deshace de ella.
-¿Por qué no me dijisteis nada?
-Porque está loca, Lily. La Helena que conocéis, esa no existe -miró su reloj y suspiró-. No tenemos más tiempo, pero te resumiré su historia. Y como llegó a convertirse en la amante de mi padre.






Mercenaria (Collingwoods I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora