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La tele estaba encendida con el volumen bajado. Era el estreno de Big Brother y Nicole nunca se perdía ni una edición. Sin embargo, a medida que sus párpados se cerraban cada vez con más frecuencia y apoyaba su cabeza en el sillón, pensó que quizá era la primera vez que no lo vería.


- Nicole, vete a la cama -susurró Eirik suavemente.


Alzó la cabeza y lo miró.


- Estoy despierta.


- Empezaste a roncar hace diez minutos.


- Yo no ronco.


- Para ser tan pequeña, es increíble todo el ruido que haces.


Lo acusó con un dedo.


- No deberías hacer esos comentarios estando postrado en la cama, Eirik Collingwood. Seré pequeña pero tengo mala leche.


Eirik sonrió y Nicole se sintió completamente desarmada. No estaba acostumbrada a ver al muchacho así, tan relajado y vulnerable. Le gustó mucho, más de lo que creía.


- ¿Más mala leche que yo? -Eirik alzó una ceja y con una mano agarró el sillón y la atrajo con tanta fuerza que Nicole se volcó sobre la cama.


- ¡Eirik, estás convaleciente!


La abrazó, y cuando Nicole intentó separarse, Eirik la apretó aún más contra su pecho.


- Te vas a hacer daño -acarició su rostro, apartando un mechón de pelo claro de la frente.


- Tú me cuidas.


- ¿Y tú, me cuidas a mi?


- No me dejas hacerlo, Nicole -confesó el muchacho y suspiró-. Todas las veces que he intentado alejarte de mi y de este mundo, ha sido imposible. ¿Sabes? La primera vez que te conocí en el Ravena, recuerdo que Clark me dijo que Helena era muy ingenua, pero yo no paraba de pensar en algo que habías dicho sobre que todo el mundo merecía una segunda oportunidad. Luego, Jack os investigó y leí sobre tu madre y tu infancia. Ahí es cuando dije, es ella la más inocente. Y la más fuerte. Aquello me atrajo aún más, a pesar de que me resistía constantemente.


Nicole estaba boquiabierta. Sabía que los informáticos de Jack habían buscado en su pasado, por si acaso suponía una amenaza para los Collingwood, pero Eirik nunca le había dicho nada así que había supuesto que quizá no lo sabía.


- ¿Así que es por eso? ¿Todos los desplantes?


Asintió.


- Sé que no es justificación, Nicole, pero cuanto más tiempo pasabas con nosotros, más me gustabas. Y más en peligro te ponía.


- ¿Y ahora? -susurró dubitativa-, ¿Vas a alejarme una vez más?


La apretó contra él, y rozó su nariz con la de ella. Sus labios se tocaron levemente, un contacto ansiado por ambas partes.


- Quédate.


Fue un susurro tan silencioso que por un momento Nicole pensó que lo había imaginado. Pero entonces, Eirik la besó tiernamente, dando pequeños mordisquitos.


- Quédate, quédate, quédate -repitió y se apoderó de su boca.


La muchacha dejó escapar un suspiro de placer contra sus labios y se agarró a sus hombros, intentando no aplastarlo, pues la herida aún estaba cicatrizando. Eirik sonrió contra su boca y Nicole pensó que aquel era el mejor momento de su vida.


¿Y lo mejor? Aquello solo era el comienzo.


Su móvil sonó, y tanto Eirik como ella lo ignoraron, ambos inmersos el uno en el otro. Cuando sonó por tercera vez, Nicole se levantó, Eirik protestando.

Mercenaria (Collingwoods I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora