Un portazo la despertó. Discernio en la oscuridad una pequeña figura rápida. Alguien encendió la luz, entonces.
Parpadeo varias veces. Nicole colocaba un perchero en mitad de su habitación y sacaba vestidos.
- Despiertate de una vez -ordenó.
Se incorporó, sentada en la cama. Se había quedado dormida llorando y ahora podía ver la oscuridad a través de su ventana.
- ¿Qué hora es?
- La hora de vestirse rápidamente y hacer tu primera aparición pública -se pasó la melena oscura que le llegaba por los hombros a un lado.
Suspiró. El espectáculo debía continuar, y ella no tenía ganas a pesar de que había sido prácticamente idea suya. Cogió el informe con su nueva identidad y lo ojeo. Beatrice se había dado prisa y había hecho un trabajo excelente, al parecer. Allí había papeles de todo tipo, desde pasaporte, DNI, informes sobre sus orígenes.
Nombre: Liliana “Lily” Baudelaire.
Edad: 21.
Nacionalidad: francesa.
Historiadora del arte, padres muertos en un accidente, sin hermanos o familiar cercano. Ha vivido en París durante toda su vida. Conoció a Jack Collingwood en una visita del heredero a la capital.
Aquello solo era el principio. También habían apuntado que era de clase media. Supuso que un romance entre clases resultaría más romántico que el de dos ricos herederos.
Se dio cuenta de que Nicole seguía allí mirando los vestidos.
- ¿Qué haces aquí? -preguntó Lily.
- Scarlett no quiere verte, pero me ha encargado que te de estos vestidos. Aunque sea de mentira, vas a ser una Collingwood, tendrás que empezar a vestir a su nivel.
Asintió.
- Está bien, me pondré cualquiera y bajaré enseguida.
Esperaba que Nicole se fuera pero la japonesa siguió allí parada, como una estatua. La miró con seriedad, como si quisiera castigarla por lo que había hecho. Sin embargo, meneo la cabeza y fue hacia el cuarto de baño.
- Será mejor que te maquilles bien. Tienes el rostro hinchado de haber estado llorando.
Nicole abrió el grifo de la ducha y le ordenó que se metiera. Lily obedeció y quince minutos después, Nicole la maquillaba.
- Puedo hacerlo yo -se ofreció la espía. O bueno, mercenaria, a esas alturas.
La muchacha la ignoró.
- Me parece fatal lo que hiciste, Lily. Nos has estado utilizando a todos, o eso fue lo que pensé al principio.
Lily frunció el cejo, esperando a que Nicole continuase.
- Pero claro, luego pensé: ¿Por qué querría utilizarme a mi si yo no soy nadie importante? ¿Por qué se pelearia con los Collingwood con el único fin de darme un techo? -Nicole cogió una brocha y aplicó un poco de colorete-. No perdono tus acciones, pero tampoco olvido que me ayudaste cuando no tenías por qué hacerlo.
- Era mi trabajo, es para lo que me han criado.
Sabía que era una pobre excusa y Nicole se alejó hacia el burro de vestidos.
- ¿Sabes? Estoy harta de que tú, Eirik y muchos justifiqueis lo que hacéis por algún suceso traumatico en vuestra infancia. Yo tuve una infancia de mierda, pero aquí me ves, siendo maravillosa.
Era un intento de humor, pero Lily pudo ver que sus ojos se llenaban de lágrimas y parecian haberse trasladado a un oscuro recuerdo. Pensó que tenía razón, que ella misma había hecho muchas cosas con la justificación de que era eso para lo que la habían criado.
Cuando en realidad, ella era mucho más que aquello que Arnold le había enseñado.
Se quedó callada un segundo y luego alargó la mano.
- El negro. Pásame el vestido negro de encaje, por favor.
Tenía un funeral al que asistir.
Porque aquella noche, Lily Lenoir, un apellido que había cogido de internet, iba a morir para que Liliana Baudelaire naciera.
Nicole le contó que iban a la inauguración de un restaurante, y que aparte de los que vivían en el edificio Collingwood, nadie más sabía nada de lo que había pasado.
- Clark quiere dejar a Helena fuera de todo esto, como medida de protección. Supongo que conmigo hubiese pasado lo mismo si no hubiese vivido aquí.
- ¿Se fían de ti? -preguntó Lily mientras cogían el ascensor que las llevaría al vestíbulo.
- No soy yo la que ha querido infiltrarse en su familia y destruirlos, cariño -sonrió condescendientemente y se encogió de hombros-. Aún así, he firmado un contrato de discreción. Pero yo no voy a ser tan tonta como para tratar de engañarlos.
Lily puso los ojos en blanco, y trató de verle el lado positivo. Al menos, Nicole no soltaba amenazas en cada frase.
Salieron al vestíbulo donde el resto las esperaba. Derek soltó un silbido que supo que era para Nicole porque ninguno de los Collingwood le dedicaron una mirada.
Jack se giró sin esperarla y entró en la limusina que los esperaba. Habían dado la voz de que los Collingwood serían los encargados de dar el broche de oro a aquel evento, por lo que los periodistas los estarían esperando en la entrada del restaurante.
Se sentó en una esquina, mirando por la ventanilla, consciente de cómo todos hablaban y ella era excluida de la conversación. Pero no le importaba, simplemente observaba la capital inglesa y rememoraba toda su nueva identidad.
- Lily estás muy callada, ¿estás bien? -preguntó Helena con ojos brillantes. Habían pasado a recogerla de camino al restaurante y recordó que la pelirroja no sabía nada de todo aquello.
Se encontraba sentada en las rodillas de Clark, quien parecía obstinado en proteger su inocencia, como si no pudiese ser corrompida en aquel mundo de perversión.
Se aclaró la garganta.
- Me duele la cabeza -se excusó y formó una sonrisa que no llegó a sus ojos-. Pero me he tomado una pastilla y seguramente se me pase en un rato.
La muchacha asintió sonriendo.
- Pueden ser los nervios. Ya sabes, la prensa va a estar muy pendiente de ti.
Un nudo apretado se formó en su estómago, pues sabía que estaba en lo cierto. Habría gente que se podían interesar por Helena y Nicole, a pesar de que los Collingwood siempre solían estar rodeado de chicas. Pero ella era la esperada novia de Jack Collingwood, uno de los herederos más importantes del mundo y alguien que no solía tener relaciones serias.
- Lo hará bien -dijo Jack y se volvió, su rostro vacío y falso-. Ella lo hace todo bien.
No hay otra forma de que lo hagas, le advirtió en silencio.
Tranquilo, ya sabes lo buena que soy fingiendo, le respondió en el mismo juego.
Alguien tosio y se dio cuenta de que Jack y ella se habían quedado mirando el uno al otro fijamente.
- Hemos llegado -informó el chófer.
Saint Nicholas se erigia como una mansión vintage, con una escalinata e hiedra subiendo por las paredes de ladrillo. El nuevo restaurante estaba lleno a rebosar de celebrities.
Tomó aire y dejó que todos salieran antes. Para más expectación y morbo, comentó Derek con sorna. Podía ver los flashes y el ruido. Volvió a tomar aire. Jack salió y justo cuando creía que la iba a dejar allí, se volvió y le ofreció la mano.
Hora del espectáculo, dijeron sus ojos.
Allá vamos, se dijo Lily Baudelaire más bien a sí misma, y aceptó su mano.
Los flashes la cegaron por un momento y se aferró más a aquella mano fría, aquellos dedos que habían acariciado todas las partes de su cuerpo.
Jack saludó con un movimiento de cabeza a los periodistas, educado pero seco.
- ¿Es tu novia?
- ¡Guapa, mira aquí!
Lily alzó la cabeza y sonrió, imitando el saludo de Jack.
Cruzaron aquella pequeña alfombra y llegaron a la entrada, donde Lily dejó que un empleado se llevase su abrigo. Descubrió los ojos de Jack recorriendo su figura, aquel vestido negro sin mangas que se adheria a su cuerpo como una segunda piel, y llevaba algo de encaje en el escote. Eso con el pelo en suaves ondas y los labios rojos formaban una combinación explosiva que no tardó en llamar la atención de todos los presentes.
Jack se acercó y colocó una mano en su espalda, marcando el territorio y dejando claro un mensaje.
Mía.
Lo acompañó a saludar al dueño. O más bien, se dio cuenta luego, dueña. Una mujer de unos cincuenta años de aspecto bondadoso los esperaba.
- Es un honor para nosotros que la familia Collingwood esté presente en un día tan importante como es la apertura de nuestro negocio -se giró hacia ella con una sonrisa-. También le doy las gracias a esta señorita…
- Lily Baudelaire, mi novia -dijo Jack con toda naturalidad.
La muchacha estrechó la mano de la señora, consciente de toda la atención sobre ellas.
- Es un placer conocerla, señora Nicholas, y el gusto es nuestro por habernos invitado. Y por favor, no me trate de usted.
Matilda sonrió aún más y se acercó, dispuesta a contar alguna confesión.
- ¿Sabes? Conozco a Jack desde que era un crío y es la primera vez que me presenta a una novia formal -se dirigió a él-. Muy bonita.
- La más hermosa.
Pasaron adentro y Lily dejó que la guiara, como una bonita flor perdida en un jardín.
- No seas tan dócil -le susurró Jack cuando llegaron a la mesa que les habían puesto en el centro del restaurante-. Me acostumbro rápido a lo que me gusta.
- Aprovecha -dijo entre dientes, esbozando una sonrisa falsa-, en cuanto volvamos a esa limusina te quiero lo más lejos de mi posible.
Jack se giró y aguzo la mirada. Alzó una mano y acarició su mejilla. Lily se quedó paralizada por la muestra de cariño.
- Tus deseos son órdenes, amor mío.
Entonces, Jack quitó la silla que estaba puesta para ella. Se sentó en la suya, a la cabeza de la mesa y señaló sus rodillas.
Aquello fue un deja vu, pero esta vez, Lily no tenía en su manga la baza del vestido, ni la opción de maldecirlo en voz alta.
Habías dicho que aprovechase, le sonrió él.
Eres un cabrón, respondió mientras se sentaba encima.
La pegó contra su cuerpo, su aliento calentando su oreja y cuello.
- Buena chica.
- Recuérdame por qué no te maté cuando pude.
- Estarías demasiado ocupada teniendo sexo conmigo.
Intentó no estremecerse ante eso. Jack también la había utilizado, había jugado con ella en venganza. Y ella había caído como una tonta.
Al día siguiente, Lily Baudelaire era portada de toda la prensa, con fotos de ella entrando al restaurante, saludando a Matilda con Jack. Y una en la que salían todos en la mesa. Aunque la mayoría de la gente se fijaría en el final de la mesa, donde tanto ella como Jack habían salido desprevenidos, peleándose el uno con el otro. Sin embargo, todo el mundo supuso que los novios se miraban enamorados y hablaron de la hermosa pareja que ya era el romance del año.
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Mercenaria (Collingwoods I)
RomanceSe comportan como dioses, pero no son más que hombres. 2 poderosas familias. 1 ciudad que gobernar. Una joven que busca respuestas. Lily Lenoir siempre ha estado sola. Es algo a lo que está acostumbrada, así que no le importa vagar de un lado a ot...