39.

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La ceremonia se celebró en una lujosa mansión, apartada de la ciudad. Decorado con tonos plateados y rosados, Scarlett descubrió que Jeremy o su diseñadora habían hecho un gran trabajo.


- La verdad que la elección de la villa ha sido todo un acierto -comentó y bebió un sorbo de champagne.


- Demasiado rosa -dijo su hermana.


- Nunca hay demasiado rosa, Miércoles.


Nadia le sacó la lengua, y su atención se desvío hasta la mesa de los McAllister. Scarlett vio como Killian McAllister bebía su tercera copa mientras miraba a su hermana.


- Nadia -advirtió Scarlett.


Esta le guiño un ojo al muchacho.


- Es demasiado mayor para ti. Y nuestro enemigo -susurró más bajo.


- ¿Y? Hermana, es solo un juego. Uno entre él y yo.


Negó con la cabeza y pensó que debería contarle cosas que había oído del pequeño de los McAllister. Como, a sus veinte años recién cumplidos, el joven tenía una de las peores reputaciones de Inglaterra. Una mucho más turbia y que igualaba a la de sus hermanos.


- No quiero que te pase nada.


Nadia desvío la vista del muchacho y le cogió de la mano. Scarlett apreció el contraste entre su hermana y ella. Nadia tenía un estilo gótico, y su traje de chaqueta negro no podía ser más diferente de su vestido granate claro estilo griego. Incluso el pelo de Nadia era castaño oscuro, recogido en una coleta arreglada, mientras que el suyo era cobre claro peinado con suaves bucles y adornado por florecillas.


La noche y el día, pensó.


Necesarias la una para la otra.


- Scar, no voy a dejar que nadie me rompa el corazón -le dijo su hermana suavemente-. Y menos alguien con el apellido McAllister.


Sonrió, y trató de disimular la tristeza que apareció en sus ojos. Ella tenía el corazón roto, y era una de las peores sensaciones que existían. Una que no le deseaba a nadie.


Su teléfono sonó. Era Nicole que se había quedado con Eirik, quien se seguía recuperando. Como ella había dicho en alguna que otra ocasión, esos dos acabarían casados y con más de un hijo.


Es el destino. Igual que Lily llegase a nuestras vidas.


Observó a la que podía considerar su cuñada, su amiga, pero no la encontró por ningún lado. Debía de estar con Ken, tratando de engañarlo. Jack tampoco estaba por ningún lado. Frunció el cejo y se volvió para preguntar a Nadia.


- ¿Dónde está nuestra fami...?


Se quedó callada. Nadia había desaparecido. Y, se fijó en la mesa de los McAllister, Killian tampoco estaba.


Mierda.


Se levantó y sacó el móvil de su pequeño bolso diseñado especialmente para ella. Saludó a algunos de los invitados que halagaron su vestido y su aspecto. Salió de la sala y le mandó un mensaje a Derek. No quiso asustarlo, pero si Nadia había desaparecido para buscar a Killian....


Hermana, te quiero, pero deja de liarla.


Derek simplemente le contestó con una palabra.


Azotea.


Un segundo después recibió otro.


Tic, tac.

Mercenaria (Collingwoods I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora