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Un millón de pensamientos cruzaron su cabeza. Helena, la chica que había conocido la primera noche, quien se había acercado y había sido tan amable. La muchacha inocente loca por uno de los hombres más leales y cercanos a los Collingwood. Helena, demasiado dulce y distraída como para desconfiar.
Había estado ahí desde el principio. Y ninguno se había dado cuenta.
Se llevó una copa a los labios mientras observaba a la pelirroja con disimulo. Esta estaba sentada encima de Clark charlando animadamente con Scarlett y Connor. Incluso en aquel reservado oscuro podía ver su rostro luminoso y su sonrisa tímida.
Se giró hacia donde estaba Jack, alejado del gentío y asomado al balcón del reservado. Se dirigió hacia él. Parecía concentrado observando la multitud que se agolpaba a sus pies en la parte baja de la discoteca, como sus súbditos.
- Tengo que hablar contigo.
- ¿Qué quieres?
- En privado -susurró, acercándose lo suficiente para que pareciese una escena íntima.
Jack la miró por primera vez y parece que algo en su rostro lo convenció, pues dijo:
- Acompáñame.
Salieron de allí de la mano, esquivando toda la gente que se giraba y los señalaba con asombro. Lily los ignoró, pues estaba demasiado ocupada intentando no volver y matar a Helena allí mismo.
Subieron unas escaleras tras una puerta al lado de los servicios. Esta daba a otro pasillo con una sola puerta al final. Una pequeña habitación con una sola ventana y un escritorio y silla. Una especie de despacho, aunque no parecía que se usase mucho.
- Habla.
- Ya sabes lo que te he dicho sobre darme órdenes -se cruzó de brazos pero suspiró-. Es sobre Helena.
Se lo explicó todo, desde que había visto a una tercera persona en el ataque con esos mismos zapatos hasta ahora donde había visto a la muchacha llevarlos. Jack la escuchó en silencio, sin interrumpir ni expresar ningún gesto. Cuando acabó, negó con la cabeza:
- Investigué a Helena al poco de conocerla, está limpia.
- Pero tú mismo dijiste que de mi no habías encontrado nada. Es posible que quizá de ella elaboraran una identidad falsa, para que cuando investigases fuese eso todo lo que encontrases.
Jack empezó a caminar de un lado para otro, una mano en sus labios, pensativo.
- ¿Por qué acercarse a Clark cuando podía haberse acercado a mi o mis hermanos? Alguien que viviese en el edificio.
- No lo sé -admitió-. Supongo que Clark le fue más fácil, y que quizá a ella le gusta un poco. Quizá quería una conexión contigo, algo que le diera acceso pero no fuese demasiado peligroso.
Se apoyó en el escritorio mirando el suelo.
- Helena fue la que me presentó a vosotros, fue la que me invitó a la cena, la que siempre me avisaba cuando vendríais a Ravena. Nunca sospechó de mis intenciones como Nicole, porque ya sabía quién era y lo que buscaba.
¿A cuál te has pedido?, eso era lo que le había preguntado al conocerse. De alguna forma, Helena había sido la encargada de dejar piedras para que Lily siguiera el camino.
Jack se paró ante ella.
- ¿Estás segura de esto, Lily? -por primera vez, no habia odio ni rencor en su mirada. Sino simplemente buscaba una certeza en ella.
Asintió.
- Sé que no tienes motivos para confiar en mí, pero por una sola vez, créeme.
Se quedó en silencio tanto rato que Lily pensó que no le haría caso y se burlaria. Sin embargo, lo único que dijo fue:
- Hay que hablar con Clark.









Esperaron al día siguiente para hablar con Clark en el despacho de Jack. Más que nada, para no levantar sospechas. Además, a la reunión se sumó Eirik, a quien habían informado brevemente. Los tres se habían criado juntos, eran un equipo para lo bueno, lo malo, y lo peor.
Y para Clark, lo que le iban a contar iba a ser de las peores noticias que recibiría en su vida.
Sin embargo, cuando lo oyó de los labios de Lily, soltó una carcajada:
- Estás de coña, ¿verdad? -miró a Jack para buscar confirmación, pero su mejor amigo, su hermano de no sangre lo miraba con compasión. Un sentimiento que Jack rara vez mostraba.
- Eran los mismos zapatos… -murmuró Lily con paciencia.
- Unos zapatos que puede llevar la mitad de Londres -replicó Clark-. Esto es absurdo. Helena no ha hecho nada de eso, la conocéis, es prácticamente un ángel.
- Los ángeles no existen -musito Eirik desde la ventana.
Clark se volvió, una expresión de traición en su bello rostro.
- ¿No creerás tú también esta idiotez?
Su otro hermano se encogió de hombros.
- No lo sé, Clark. Dijiste que actuaba rara a veces y ella te dijo que simplemente salía con Nicole. Pero desde que Nicole está aquí, apenas la he visto con Helena.
El colombiano se llevó las manos a la cabeza, sin poder creerlo.
- Eso no significa nada -se volvió hacia Lily-. Y si tú trabajabas con los McAllister, ¿por qué no te dijeron que tenías una aliada entre nosotros?
- Porque me querían anulada, para manejarme más fácilmente.
Sola, humillada, rota…los McAllister habían contratado una espía para convertirla en su propia muñeca de trapo y usarla para destruir a los Collingwood. Y si la destruian a ella, qué importaba.
Tienes que ser sumisa, así es como le gustan a Jack Collingwood.
O más bien como le gustaban a Robert McAllister.
- No me lo creo -replicó Clark-. Eres una mentirosa, y esto es otro de tus juegos para confundirnos. Quizá con suerte, esta vez logres robar el anillo.
- Y con suerte haga cantar a tu noviecita cuando tenga mis manos alrededor de su cuello.
- Será mejor que te calles -siseo Eirik.
Pero Lily sonrió a Clark, horrorizado imaginando como aquella espía hacia daño a Helena.
- ¿No te lo había dicho? -se burló Lily- En cuanto la coja, la mataré lenta, muy lentamente.
Clark sacó el arma de su chaqueta, Lily la que llevaba escondida en la suya. Ambos se apuntaron el uno al otro. Eirik ante la amenaza, sacó la suya propia y apuntó a su cabeza. Lily que ya se lo esperaba sacó otra escondida en su cintura e hizo lo mismo.
- Basta -ordenó Jack-. Los tres, parad.
Los dos muchachos obedecieron reluctantes. Pero Lily siguió igual, haciendo caso omiso.
Lo sintió detrás, pegado a su oído.
- He dicho que basta.
Con sus brazos, la obligó a bajar las pistolas hasta que tuvo que tirarlas al suelo. Lily se soltó de su agarre y caminó hasta la ventana. Se volvió hacia el mayor de los Collingwood.
- ¿Qué planeas entonces que hagamos?
- Tenderle una trampa -dijo como si nada. Miró a Clark, quien parecía derrotado-. Si Helena al final no tiene nada que ver, Lily hará lo que sea para compensarte. Pero si está con los McAllister…
- Si está con ellos y me ha traicionado, la mataré yo mismo -prometió el joven e inspiró-, ¿Qué tienes pensado?
Jack negó con la cabeza.
- Antes necesito saber que no haréis más gilipolleces así -señaló-. Por mucho que nos moleste, y es una gran molestia, Lily trabaja para nosotros, y tenemos que contar con ella.
La muchacha puso los ojos en blanco.
- A mi me encanta colaborar con gente que sueña con matarme y no duda en decírmelo a la cara.
- En esta familia abogamos por la honestidad -replicó Eirik-. Un concepto que no te suena mucho, ¿verdad?
- ¿Igual de honesto que eres con Nicole?
La mención de la muchacha pareció sacar de quicio a Eirik que se volvió enfadado hacia Lily.  Jack se colocó en medio.
- ¡De esto es de lo que hablo! Parad de una puta vez, estoy harto de escucharos -señaló a sus dos hombres más leales-. No más peleas, ¿de acuerdo? Ni una más -luego, se volvió y se acercó a la mercenaria-. Y tú, es hora de que controles esa lengua de fuego antes de que alguien te la corte, y sí, es una amenaza. Una que estoy dispuesto a cumplir si no paras.
Alzó el rostro, desafiante. Aunque, en el fondo de su ser, pensó que tenía razón. Así no llegarían a ningún lado, más bien se matarían los unos a los otros.
Suspiró y dijo:
- ¿Cuál es el plan?

Mercenaria (Collingwoods I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora