16. Allí Donde Solíamos Gritar

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Alba

Alargué la mano para apagar cuanto antes el sonido que provenía de mi móvil, indicándome que ya eran las cinco de la mañana.

Siempre dejaba que sonara unos segundos Allí Donde Solíamos Gritar, porque era una de mis canciones favoritas. Pero esa madrugada no lo hice porque no quería despertar a Natalia, que dormía plácidamente a mi lado.

La noche anterior le había contado que me iba a ir a Elche viernes y sábado, para celebrar el octogésimo primer cumpleaños de mi abuelo. Y, aunque también quería quedarme con ella o, por lo menos darle un beso antes de irme, decidí que lo mejor era no interrumpir su sueño.

Me incorporé pasándome las manos por la cara y retiré la manta que me tapaba. Sonreí al recordar lo cariñosas que habíamos estado ayer, robándonos besos a escondidas. Tarde o temprano mis compañeras lo iban a saber, pero prefería ir despacio con lo que fuera que estábamos empezando.

Eso sí, fuera lo que fuese, me gustaba.

Me levanté y Natalia se removió entre las sábanas, moviendo un brazo para llegar hasta mí, pero cuando notó que no estaba tumbada con ella, gruñó un poco e hizo el intento de entreabrir un ojo.

-Albi... -su susurro fue apenas audible.

-Shh -pasé mis dedos por su flequillo y ella agarró la mano con la que la tapé más con la manta-. Duérmete, Nat.

No tardó en volver a hacerlo mientras yo le acariciaba la frente. Observé unos segundos cómo dormía con su mano entrelazada con la mía, con los labios entreabiertos y la respiración acompasada. Realmente parecía un angelito tiernísimo.

Me incliné hacia ella, pensando que no la iba a ver hasta el domingo, y le retiré un par de mechones que caían sobre su mejilla antes de darle un suave beso en los labios.

Me levanté de la cama antes de caer en la tentación de volver a acurrucarme con ella y seguir embriagándome de su olor un rato más.

Salí de la habitación después de vestirme haciendo el menor ruido posible y fui a la cocina para desayunar. Cogí unas galletas de avena y me hice un café.

Comí en silencio mientras miraba el móvil. Tenía mensajes de mi hermana.

Marina (01:06)
Oye, hermanita, avisa cuando salgas.

Marina (01:07)
Mamá tiene ganas de verte.

Marina (01:07)
Queen también.

Marina (01:08)
Yo no. Pero avisa cuando te quede poco y quizás, solo quizás, voy a buscarte a la estación.

Marina (01:08)
:) Te quiero

Sonreí al leerlos al pensar en que la veía en unas horas. Hacía más de un mes que no la veía y la echaba de menos. Siempre habíamos estado muy unidas y lo que más difícil me resultó al venirme a vivir a Madrid fue separarme de ella.

Alba (05:20)
En nada salgo de casa.

Alba (05:20)
Yo también te quiero.

Recogí los restos de mi desayuno y me dirigí a la habitación para coger mi mochila. Eché un vistazo rápido a Natalia y vi que seguía en la misma posición en la que la había dejado. Reprimí el impulso de acercarme a ella, cogí mis cosas y, después de revisar que tenía todo, salí del piso.

Etéreo - AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora