27. ¿Sabes qué?

3.5K 126 20
                                    

Natalia

Estar entre los brazos de Alba de nuevo hizo que todos los nervios que llevaba encima fueran escapándose a través de sus caricias.

-Albi -susurré, después de besarla y escondiéndome en su cuello.

-Dime, mi amor -pasó su mano por detrás de mi orejita.

-He tenido mucho miedo.

-Lo sé, Nat... Me he asustado muchísimo cuando te he visto así de pequeñita, sentada contra la puerta.

-He subido corriendo. Casi no podía abrir de lo que me temblaban las manos.

-Mi vida... Ya estás aquí, conmigo -asentí contra su piel y dejé mis labios ahí unos segundos-. ¿Por qué no has ido con Mario? Si te lo ha ofrecido, ¿No?

-Me apetecía caminar y despejarme.

-¿Has tenido un mal día? -horrible, pensé. Sin embargo, no fue eso lo que respondí.

-Bueno... Los ensayos, tanto por la mañana como por la tarde, no han ido muy bien. Me he agobiado mucho.

Quería contarle lo de Manu, de verdad que quería. Había pensado en la charla con Mario y me había hecho reflexionar, pero no podía hacerlo en ese momento. Bastante la había asustado llegando así, como para que ahora se preocupara por otro tema. Yo seguía creyendo que me iba a decir que no tendría que haber ido con ella a Elche, y eso conllevaba que se echara la culpa.

La pobre ya tenía suficiente con los recientes acontecimientos, y no me apetecía nada discutir con ella.

-Vaya... ¿Ha pasado algo grave? -inquirió, separándose un poco de mí y acariciando mis mejillas.

-No... -bajé mi mirada hasta sus labios, pero ella me levantó un poco la cabeza y clavó la miel de sus ojos en la oscuridad de los míos-. Ha sido un día difícil y ya está, Albi, no te preocupes.

-Vale...

-Los peques estaban muy revoltosos porque estaban en un sitio nuevo y eso, pero bueno, el próximo irá mejor -hice un intento de sonreír-. Y la obra pues... Hoy no era mi día, estoy un poco espesita -hice una mueca extraña que hizo que Alba riera y sus ojos se achinaran.

Ver al sol brillando de esa manera disipó todos los males de mi día.

-Pues vas a tener que dormir ya, Nat. Y descansar, que mañana será un nuevo día.

-¿Tú no vas a dormir?

-No sé.

-¿Entonces?

-Quizás me quedo mirándote un ratito mientras te hago caricias para que te relajes.

-¡Hala, que cuando duermo tengo cara de pato, Albi!

-¿Qué dices, Nat?

-Pues lo que oyes... -me alejé un poco de ella y me crucé de brazos, haciendo un mohín con los labios.

-Cada día que pasa eres más bebé que el anterior.

-Hala, ahora soy un pato bebé -miré al techo manteniendo mi postura.

Alba volvió a acercarse a mí, no sin antes levantar un poco la manta, y se dejó caer sobre mi cuerpo, empezando a hacerme cosquillas por mis costados.

Nunca he soportado las cosquillas.

-¡Alba! ¡Para, para! -no paraba de retorcerme bajo su cuerpo, intentando escapar de sus manos, pero ella no se estaba quieta-. ¡Albi! -las carcajadas salían de mí sin control, cosa que me hacía más difícil intentar huir. Pero en un momento, conseguí coger sus costados y empujarla hacia la derecha, haciendo que cayera sobre el colchón.

Etéreo - AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora