El primer resfriado

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- ¿Pu-puedo v-ver a Mi-Mirio? - Preguntó tartamudeando tímidamente un pequeño niño azabache con lágrimas comenzando a formarse en los ojos debido a su extrema timidez, a lo que una mujer rubia sonrió con ternura.

- Claro que si, Tamaki - Aceptó dándole paso a que el joven niño pasara a la casa.

El niño se adentró por la gran casa de dos pisos subiendo las escaleras y dirigiéndose rápidamente a un cuarto que ya conocía muy bien, entrando y encontrándose con el cuerpo de su amigo tendido en la cama con un pañuelo mojado en la frente, su cara se encontraba sudada y toda roja debido a la fiebre, y aún con esas el pequeño rubio abrió los ojos con pesadez, sonriendo levemente al ver a su amigo ahí.


- Tamaki ¿Viniste a verme? - Preguntó con la voz ronca y baja dejando al azabache con un nudo en la garganta pero dándose fuerzas a sí mismo sonrió como pudo.

- Claro que sí, Mirio. Estaba preocupado - Respondió dándose cuenta que su pañuelo debía ser cambiado.

- ¿Y te quedarás conmigo? - Cuestionó sintiéndose mejor por poder ver a su mejor amigo con él, sin ser conscientes que los padres del enfermo los veían.

- Siempre - Contestó depositando un pañuelo mojado nuevamente en su frente, finalizando con una sonrisa mientras tomaba la mano de su amigo y observaba cómo este volvía a quedarse dormido.


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- Buenas tardes ¿Puedo ver a Mirio? - Preguntaba un joven azabache sonriendo a un hombre que conocía ya muy bien, siendo recibido con una gran sonrisa que recordaba a la de su amigo.

- Tamaki, claro que puedes, está en su cuarto descansando. Justo en este momento estaba de salida, pero puedes quedarte todo lo que quieras aquí - Respondió dándole paso para que se adentre a esa casa.

Espero a que el hombre saliera y una vez que lo hizo se dirigió rápidamente a esa habitación donde aguardaba su mejor amigo, encontrándolo en la misma forma que presenciaba lamentablemente a menudo. Se dirigió a un Mirio de cabello semi largo, que se encontraba postrado en la cama cubierto con las cobijas hasta el cuello, con un pañuelo en la frente, su cara completamente roja y sudada mientras que su cabello se pegaba a esta, abrió los ojos completamente agotado pero aun así regalandole una sonrisa a su amigo.


- ¿No tienes cosas mejores que hacer? - Preguntó el rubio con la voz débil aunque con un claro tono de broma.


- Al parecer no - Respondió mientras cambiaba el agua de su pañuelo.


- Deberías, ya estamos en primero de secundaria, se supone que deberías estar estudiando o algo así - Volvió a hablar sintiendo sus ojos pesados y unas increíbles ganas de dormir.


- Se supone que debería estar aquí contigo - Dijo notando que el chico ya estaba cerrando sus ojos poco a poco.


- ¿Viniste a verme? - Preguntó comenzando a dejar esa sonrisa.


Las Primeras Veces [MiriTama]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora