Tras ese episodio, los días se vuelven aburridos y monótonos.
Cada día entro en clase con la esperanza de que Aitor me vuelva a dirigir la palabra pero eso nunca sucede. Le observo en clase intentando encontrarme con su mirada, pero el moreno me ignora por completo. No hay ni una vez en la que mire en mi dirección. Es como si fuera invisible. Hasta Violeta se ha dado cuenta de la situación, le tuve que contar toda la historia y siendo mi amiga se puso de mi lado completamente a la vez que fulminaba a Aitor con la mirada.
-No me puedo creer que se pusiera de esa manera –critica la pelinegra lanzando una mirada de odio a la espalda del chico –después de todo lo que te pasó esa noche... va él y se hace el ofendido.
-Algo de razón tenía –digo con un suspiro cansado –siempre me pongo a la defensiva con él, es como si mi cabeza hubiera creado una barrera invisible para protegerme. Aunque no lleve la razón.
-Vale que a lo mejor no tuvieras toda la razón del mundo –contesta mi amiga agarrándome de la mano –pero es normal que actuaras así después de lo que había pasado la noche anterior. Yo si fuera tú hubiera hecho lo mismo.
-¿Y ahora qué hago? –digo queriendo que las cosas volvieran a ser como antes, nunca llegué a tener una amistad en todos los sentidos con Aitor pero por lo menos las cosas no estaban tan incómodas como ahora.
-¿Quieres volver a hablar con él? –pregunta Violeta mirándome con interés, como si intentara ver lo que estaba ocurriendo en mi cabeza.
-Aunque suene a disparate, me gustaba tener esos momentos con él –me sincero –me ayudó en varias ocasiones, y yo lo único que hice fue criticarle e intentar alejarle.
Violeta se queda varios segundos en silencio, como si en su cabeza se librara una batalla. Su expresión fue cambiando de molestia a derrota y con un largo suspiro me contó que el sábado Río celebraba su cumpleaños y que había invitado a toda la clase. Obviamente la fiesta era en el local de su banda, cosa que me echó para atrás. A Violeta en ningún momento se le pasó por la cabeza acudir pero tras verme tan decaída se ofreció a que fueramos juntas. Con una sonrisa de alegría acepté, sería mucho más fácil ir allí con ella que sola. Era mi oportunidad de hablar con Aitor y pedirle disculpas. Si las cosas salían bien, todo volvería a ser como era antes. El único problema del plan es que seguramente me falte la valentía a la hora de enfrentarle, pero me mentalizo de que eso no va a pasar y que cuando le vea iré directamente a hablar con él. Y muchos os preguntaréis, ¿Por qué no hago todo esto en clase y me dejo de rollos? Simple, quiero demostrarle que soy capaz de ir allí y enfrentar mis propios miedos. Presentarme en ese lugar será un acto de valentía por mi parte, y espero que él lo sepa ver.
-¿Estas segura de esto? – me pregunta Violeta por millonésima vez en lo que va de tarde –Mira que podemos cambiar de plan y hacer noche de chicas.
-Violeta –le corto colocando una mano sobre su hombro –por última vez, estoy segura. ¿No serás tú la que no quiere encontrarse con cierto rubio de sonrisa brillante?, ¿verdad? –digo haciendo notar a quien me refiero.
-¿Conoces a un rubio que está cañón? –Pregunta fingiendo sorpresa, siguiéndome la broma –No te olvides de presentármelo.
-No creo que haga falta, ¿nos vamos? –pregunto saliendo por la puerta de la residencia. Llevo una falda de tubo negra que me llega hasta la mitad del muslo, acompañado por un body blanco. Violeta se había decantado por unos pantalones negros con un top púrpura, el cual le quedaba ideal con su tono de pelo. Ambas lo hemos conjuntado todo con unos botines oscuros.
El trayecto de ida es la peor parte del viaje. Me comienzo a poner nerviosa al pensar en cómo podrá reaccionar Aitor cuando me vea. A lo mejor no le gusta la idea de que este allí, o puede que opte por ignorarme como lo lleva haciendo toda la semana. Sin quererlo empiezo a arrepentirme de la decisión de ir a la fiesta, aunque me obligo a mantener la boca cerrada. No es momento de echarme para atrás, tengo que ir y enfrentar mis miedos. Pero, ¿Y si se enfada más todavía por no haberle avisado? O peor aún, ¿Y si no asiste a la fiesta?

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MI SALVAVIDAS
Novela JuvenilAmaia siempre ha sido una chica tímida, cohibida y desplazada. Debido a su carácter ha tenido innumerables problemas a la hora de hacer amigos. Decepción tras decepción le ha hecho pensar que el problema lo tiene ella, y que su vida nunca cambiará...