Comienzo a seguirle, teniendo cuidado de no perderle de vista entre la multitud de gente. Al llegar a las escaleras es mucho más sencillo no perderle el ritmo. Desde esta posición puedo ver toda la pista de baile y prácticamente a cada una de las personas que se encuentran allí. Una vez que llegamos a la parte de arriba hay dos largos pasillos, uno hacia la derecha y otro hacia la izquierda. Me sorprendo al ver a Aitor entrando en una de las últimas puertas que da el pasillo derecho, sin embargo me encargo de memorizar el lugar ya que Río me lleva hacia el pasillo contrario. Al parecer la zona izquierda está libre, mientras que la derecha está reservada para gente de ahí.
Con impaciencia Río empieza a abrir cada puerta que ve pero no es hasta que llegamos a una de las ultimas en donde nos encontramos a la pelinegra mirando con ilusión una gran estantería mientras que Carlos está sentado en la cama hablando con ella. Me quedo sorprendida al igual que los allí presentes, pero me obligo a hablar mostrando mi enfado.
-¿Se puede saber que estás haciendo aquí? –le pregunto a mi amiga, lo que haga o deje de hacer el otro me importa una mierda.
-Amaia... Río, ¿Qué hacéis aquí? –pregunta sorprendida.
-Quedamos en que no íbamos a ir a ningún lado separadas, o al menos sin avisar –regaño queriendo que vea mi preocupación –te busqué y no estabas, me preocupó que te pudiera haber pasado algo.
-Lo siento –se disculpa Violeta al entender todo –estaba hablando con Carlos sobre unos libros que tenía y me ofreció verlos, te quise avisar pero vi que estabas con Río y no quería entrometerme –dice haciendo que la escusa suene lo bastante pobre logrando que me moleste aún más. ¿Estaba celosa de mí?
-¿Unos libros? –Pregunta Río que estaba apoyado contra el marco de la puerta –es gracioso, no sabía que te gustara leer Carlos.
-Bueno Río, hay muchas cosas que no sabes de mí –contesta el aludido poniéndose en pie –solo le quería enseñar los libros, íbamos a bajar después de verlos. No hay razón para preocuparse.
-¿Puedes salir un momento, Carlos? Hay una cosa de la que me gustaría hablar contigo –dice el rubio abriendo la puerta para que salga. El pelinegro hace lo que dice con una mueca de fastidio. Al comprobar que la puerta está bien cerrada me giro hacia Violeta.
-No me puedo creer que estuvieras celosa de mí –le digo mirándola a los ojos -¿De verdad creías que iba a intentar algo con Río?
-No es eso, sabes que nunca estaría celosa de ti. Eres mi amiga –dice atropelladamente –solo me molestó su comportamiento.
-¿El de Río? –pregunto sin entender qué coño estaba pasando en la cabeza de mi amiga.
-¡Sí! Me irrita que pase de mí de esa manera, me molesta que no se atreva a acercarse para hablar y lo que es peor que se avergüence de nosotras –enumera mi amiga dando vueltas alrededor de la habitación llevándose en más de una ocasión las manos a la cabeza –Y al verle contigo no quería enfrentarlo. Quería que el viera lo poco que me importa. Al parecer igual de poco que le importo yo a él –termina con voz derrotada. Me quedo petrificada, sin saber muy bien que hacer o que decir. Así que solo me limito a abrazarla.
Entiendo más o menos la guerra interna que está teniendo ahora mismo. Por un lado, Río representa todo aquello a lo que ella siempre ha intentado evitar, y por el otro, el miedo de no saber si ese amor será correspondido. Con todo lo que yo he pasado con ellos, veo que Río siente cierta atracción o preocupación por la pelinegra. Pero no soy capaz de ver si esa preocupación, ese interés es romántico o simplemente de cariño. Lo que si tengo claro es que de ninguna manera quiero que a mi amiga le rompan el corazón.

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MI SALVAVIDAS
Teen FictionAmaia siempre ha sido una chica tímida, cohibida y desplazada. Debido a su carácter ha tenido innumerables problemas a la hora de hacer amigos. Decepción tras decepción le ha hecho pensar que el problema lo tiene ella, y que su vida nunca cambiará...