Tengo los pies doloridos de tanto bailar, mis oídos pitan debido a la música a todo volumen y me encuentro todavía con la misma energía que cuando habíamos llegado. Debo agradecérselo a los dos cubatas que me he tomado, no quiero pasarme esta vez así que opto por no seguir bebiendo en lo que queda de noche. De todas formas voy con el punto justo como para pasar un buen rato sin importarme nada ni nadie más.
-No me puedo creer que Río haya actuado así –dice por tercera vez mi amiga –encima que venimos aquí porque es su cumpleaños, va y dice que no somos nadie. Venga y que se vaya a la mierda.
-¿Tanto te preocupa, Violeta? – pregunto alzando una ceja –además no hemos venido específicamente porque fuera su cumpleaños, y tú lo sabes –digo intentando restarle importancia al asunto.
-No me importa –corta la pelinegra ofendida por mi elección de palabras –pero al menos nos podría haber presentado, no es que seamos unos bichos raros.
-Puede que sí para este tipo de gente –digo al ver que son muy diferentes a nosotras. También nos gusta salir y pasarlo bien, pero se nota que esto es diferente. Es otro mundo. En lo que llevamos de noche no he dejado de ver a personas intercambiando dinero, sustancias u otras cosas. La gente aquí tiene un estilo muy particular. La mayoría usa tonos oscuros, tatuajes, piercings y en el caso de las chicas atuendos algo llamativos y diminutos.
-¿Ves a ese chico que está sentado en un sillón a tu lado derecho? –pregunta Violeta dando un sorbo a su bebida –no ha dejado ni un segundo de mirar en nuestra dirección.
-¿Cómo es? –digo a la vez que doy una vueltecita y miro disimuladamente.
-Lleva una camiseta azul marina y unos vaqueros oscuros –explica –tiene una sonrisa increíble, ¿tú crees que me esté mirando a mí?
-Puede ser –digo encontrándome con su mirada por unos segundos –Tía, es monísimo. Tiene un aura misteriosa.
-Ya te digo, no te vuelvas loca pero se está acercando –suelta mi amiga sin dejar de mirar –disimula –dice soltando una carcajada como si le acabara de contar un chiste o algo muy gracioso. Al estar de espaldas no soy capaz de saber si se acerca o lo que está haciendo así que decido seguir bailando, hasta que una voz nos interrumpe.
-Hola chicas –nos giramos para encontrarnos de cara con el chico misterioso. Desde cerca se puede apreciar mejor su atractivo, tiene los ojos oscuros igual que su pelo y además debe de medir un metro ochenta.
-Hola –se adelanta a contestar mi amiga -¿Nos conocemos?
-No, a eso venía –contesta el chico con una sonrisa la cual deja ver todos sus dientes perfectamente delineados –Soy Carlos.
-Yo soy Violeta y esta es mi amiga, Amaia –nos presenta mi amiga cosa que agradezco, soy muy mala para este tipo de cosas.
-Me extrañaba no haberos visto nunca por aquí –contesta Carlos con su botellín en la mano.
-Y eso es porque no solemos venir por aquí, a decir verdad nunca antes habíamos venido –contesta Violeta siendo casi del todo sincera, yo ya estuve aquí una vez.
-A decir verdad, tú si me suenas –dice refiriéndose a mí.
-¿A si? –pregunto no sabiendo muy bien de que me conoce.
-Te he visto alguna que otra vez trabajando en el bar, pero lo que más me sorprendió fue cuando Aitor te trajo aquí –dice con una sonrisa.
-Solo fueron unos minutos –digo sin creer que en esa escasez de tiempo pudiera haber sido notada por gente que ni siquiera conozco.

ESTÁS LEYENDO
MI SALVAVIDAS
Roman pour AdolescentsAmaia siempre ha sido una chica tímida, cohibida y desplazada. Debido a su carácter ha tenido innumerables problemas a la hora de hacer amigos. Decepción tras decepción le ha hecho pensar que el problema lo tiene ella, y que su vida nunca cambiará...