CAPITULO 14

27 5 0
                                        

Me masajeo los pies doloridos, esto de llevar tacones para trabajar me parece una salvajada y más si no estás acostumbrada, con lo fácil y cómodo que sería llevar unas simples zapatillas. Una mano en el hombro me saca de mis quejumbrosos pensamientos.

-Veo que ha ido bien el primer día de curro –sonríe Celia sentándose a mi lado -¿Cómo te encuentras?

-Dolorida, agotada y con ganas de coger la cama –admito apoyando la cabeza contra la pared, nos encontramos sentadas en unas banquetas del cuarto de trabajadores. Acabamos de terminar de organizar un poco las cosas, y preparar lo más importante para el día siguiente. La noche había sido larga y agotadora, pero mucho mejor de lo que había pensado. A parte del pequeño incidente que había tenido con el tipo calvo, lo demás había trascurrido de maravilla –nada que unas horas de sueño no arreglen –digo poniéndome en pie.

-¿Tienes a alguien que te lleve? –pregunta la pelirroja lanzando un bostezo.

-Iré andando hasta la parada de metro, solo esta a unos diez minutos de distancia –digo esperando que ella también tenga que hacer eso, de esa manera podré irme con ella y no iré sola –cinco si voy a paso ligero.

-No es recomendable que vayas andando sola a estas horas de la noche, y menos por esta zona –me advierte con las cejas fruncidas –será mejor que pidas un Uber.

-No puedo permitirme el lujo de coger todas las noche un Uber –explico con tono nervioso, si quería ponerme intranquila con sus palabras lo ha conseguido –Son solo cinco minutos, no creo que pase nada malo.

-Amaia, con esta noche habrás podido comprobar que aquí no viene gente sencilla –dice intentando que entre en razón –después de cerrar del bar, las bandas y grupos se quedan por las calle haciendo cosas que no son bastante legales.

-¿Y por qué la policía no toma cartas en el asunto? –pregunto sin poder creerme que sea tan malo, si no hay policía debería suponer que no hay problemas ni cosas ilegales.

-La policía ya tiene asumido que esta zona es complicada, pero no pueden hacer mucho, solo alguna que otra vigilancia. Son bandas muy grandes y organizadas, siempre se les escapa a la policía y cuando los detienen al día siguiente están en la calle. Debido a que no pueden acusarlos de nada en concreto, al ser tantos es difícil saber quién ha cometido el delito.

-¿Pero te refieres a delitos como traficar con drogas y ese estilo? – en este momento Celia debe de estar pensando que soy una estúpida al parecer tan inocente. Pero es que soy nueva aquí, y necesito saber a lo que se está refiriendo.

-De traficar con drogas, hasta a hacer carreras ilegales –responde mi compañera –pero lo peor son los conflictos que hay entre grupos, ahora las cosas están más relajadas pero hay dos grupos que se odian y se la tienen jurada a muerte.

-¿Ha habido muertes? –pregunto sin poder ahogar un grito de sorpresa.

-Más de una, la última fue apenas hace seis meses –contesta con tristeza –murió un chico joven, de tan solo 19 años, solía venir aquí cada fin de semana. Se le veía tan normal y lleno de vida, pero al fin y al cabo eso es lo que provoca estar unido a una banda de esas. Es cuestión de tiempo que termines muerto o en la cárcel.

-No me lo puedo creer, nunca pensé que bandas de ese estilo todavía existieran –digo sin poder todavía procesar todo lo que me acaba de contar.

-Por eso te digo que no te vayas sola por las noches, siempre se quedan por la zona hasta que amanece –explica mirando a Álvaro entrar por la puerta –te invitaría a que vinieras con nosotros pero es que venimos siempre en la moto de Álvaro. Por lo que si tienes a algún amigo o amiga que este cerca, llámale y que te venga a buscar.

MI SALVAVIDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora