𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 ³⁵𝐴𝒉𝑜𝑔𝑎𝑑𝑜

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La muerte es injusta, viene sólo por aquellos que no la necesitan y no por quienes la merecen.  

 Azael se sentía en el infierno mismo

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 Azael se sentía en el infierno mismo.

Jamás en sus dieciocho años estando vivo, había experimentado un dolor tan aberrante como el de ese instante.

Azael sentía todo su cuerpo arder, de tal forma como si se estuviera quemando por dentro. Su cabeza dolía, a duras penas se encontraba consciente, quería vomitar, su respiración iba demasiado lento, apenas y podía respirar.

No lo sabía, por dios que Azael no entendía por qué seguía vivo.

Era tanto el daño que el chico no sabría decir si le dolían las heridas por esos disparos o por aquel químico que le inyectaron. El de piel lechosa veía borroso, pero alcanzaba a ver su cuerpo, y podía reconocer al instante ese líquido bermejo que salía de su estómago.

Estaba todo empapado de este.

Le costaba mantenerse despierto, le costaba respirar e incluso moverse, aunque bien su respiración cada vez era más lenta.

¿Cuánto es que llevaba tirado ahí?

Mucho tiempo diría él.

Todo iba lentamente, de manera tortuosa para Azael, quien luchaba por cada bocado de aire, pero lo sintió, sintió como poco a poco dejaba de sentir sus extremidades. Como su cuerpo dejaba de funcionar, era extremadamente complicado mantenerse consciente.

Azael perdía el conocimiento cada uno minutos para que así su cuerpo convulsionará de manera violenta.

No había nadie que lo ayudara, no había nada más que hacer que dejarse morir. Ya no había nada porque luchar.

Se sentía desesperanzado, solo tirado en el frío piso del lugar que tanto amo. Solo deseando que alguno de los chicos haya podido escapar.

Hacía mucho frío y Azael comenzó a sentirlo.

Fue como si alguien le hubiera introducido a una bañera cubierta de hielos, su pecho subía y bajaba ahora con rapidez.

¿Por qué estoy luchando?

Estaba muriendo lentamente, con una agonía que nadie merecía experimentar. Con un dolor que nadie jamás en el mundo debería padecer.

El muchacho de pecas hubiera preferido que lo maten a el instante, que todo hayan sido instantes que ni siquiera sintiera, que todo pasase tan rápido que solo muriera antes que se pudiera dar cuenta.

Le torturaron de forma atroz, de manera inhumana.

¿por qué tengo que seguir vivo?

Esperaba de todo corazón que sus amigos y novia pudiesen estar bien, en un lugar seguro.

𝐈𝐧𝐭𝐞𝐫𝐧𝐚𝐝𝐨 𝐀𝐢𝐠𝐧𝐞𝐫 ▪︎ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora