Una trágica y macabra historia persigue al Internado Aigner desde el año de 1990. Fueron los homicidios de cuatro estudiantes y las desapariciones de dos de ellos, que marcaron una generación.
Sus cuerpos aparecieron esparcidos por los alrededores d...
Es imposible no estar triste, su ausencia duele. Pero su recuerdos siempre nos hará sonreír.
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El cementerio estaba repleto.
Había gente por todos lados, absolutamente todos esperando la llegada las camionetas con los restos de Valery y Leo, incluyendo los de Alessandra.
Era realmente un día hermoso, el cielo estaba despejado, y la brisa era sumamente amena. Los periodistas no hicieron falta, pero por lo menos, gracias a los agentes, fueron pocos los que pudieron entrar.
El recordatorio de ese día, de ese día en el que tuvieron que enterrar a esos jóvenes, estaba azotando a todos. Bien una parte de ellos por fin encontraba la paz, un descanso a la tortura que significó no saber que les ocurrió.
Ahora por fin todo acababa, ellos estaban en paz, y esas personas iban a ser llevados a la justicia.
Viejos compañeros se presentaron, cada una de las personas que los llegó a conocer y gente que solo quería rendir honor a su memoria. El viejo equipo de Lacrosse, incluido varios de ellos bastantes famosos, ya que siguieron en el deporte hacia lo profesional. Al igual que el ex integrante de Fútbol americano, el de Natación, las porristas, todos con los viejos uniformes.
Afirmaban globos blancos y celestes, alguno que otro con Rosas azuladas.
Nadie iba vestido de negro, todos llevaban trajes blancos.
Las bocinas indicaron que las camionetas llegaron a su destino, todos se quedaron cayados. De la primera bajaron Theo, Rosalía y Carter, tenían puesto unas gafas de sol y bajaron la mirada cuando comenzaron los flashes de las cámaras.
En la segunda bajaron los seis muchachos, se pararon a un lado de la reja para esperar a los demás.
La camioneta frenó, ahí iba el primer cuerpo.
De parte de la familia de Leo y los parientes de Valery, les pidieron a los forenses que si podían entregarles los restos del feto en el vientre de la italiana. En este momento estaban bajando un pequeño ataúd blanco.
Era muy pequeño.
Fiorella una de las hermanas lo afirmaba de uno de los costados, su cabello estaba atado en una coleta, tenía unos lentes negros haciendo que fuera más difícil verla llorar.
Era la viva imagen de Leo, tenía dieciséis años, era igual de alto que su tío y sus facciones eran bastante similares. No habló en ningún momento, ni siquiera miro los camarógrafos, espero a que le indicarán a que avanzara.
Fiorella miró alrededor, les dijo a los demás que afirmarán el pequeño ataúd, solo hacía falta una persona más, Tomó la mano de Thaiel para que se acercara, este la miró impresionado.
