Una trágica y macabra historia persigue al Internado Aigner desde el año de 1990. Fueron los homicidios de cuatro estudiantes y las desapariciones de dos de ellos, que marcaron una generación.
Sus cuerpos aparecieron esparcidos por los alrededores d...
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Quince años después.
—¡ve por atrás! —Escuche el grito de la pelinegra al lejos.
La vi rodear esa particular bodega, sin perder el tiempo corrí en sentido contrario y pateé la puerta con tal fuerza que esta terminó partiéndose dos.
—¡Fbi manos arriba ahora! — Mire a mi alrededor, no había ni uno solo de los criminales que estábamos buscando.
Mierda.
Puse uno de mis dedos en el transmisor pegado a mi oreja.
—Polo maldita sea, dijiste que estaban aquí. — Alumbre con la linterna, de nuevo no vi a nadie.
—Están escapando, ve por la puerta izquierda y gira hacia la derecha— No me quedó otra que hacerle caso.
El lugar olía horrible, las paredes parecían que se iban a caer en cualquier momento. Había cadenas tiradas sobre el pavimento, viejas herramientas y sobre todo sogas. Avance con rapidez y sigilo, alumbrando mi camino con la linterna sin bajar mi arma.
Trate de no hacer ruido, escuche unos cuantos gritos de niños cerca de donde estaba. Corrí hacia estos, patee la puerta nuevamente logrando que esta se abriera; Me adentre en la habitación.
Era realmente grande, maloliente y oscura. Todo estaba en un estado deplorable, las ventanas estaban tapadas por tablas de madera, bien sin duda alguna lo que me dejó paralizado fue ver la cantidad enorme de jaulas para perros, donde había un total de ocho niños atrapados.
—Los encontré, necesito la ambulancia ahora. — Sabía que Polo estaba viendo lo mismo que yo, pronto escuche su voz tras ése ingenioso aparato.
—Van en camino.
Mis ojos dieron con los de un niño rubio, quien me miro sumamente aterrado, con una preocupación y miedo palpable.
— ¡Ayude a mi hermana por favor!¡No respira! — Golpeó las rejas con violencia, no paraba de llorar. — ¡Por favor, no quiero que muera!
En una de las jaulas había una niña de tez blanca, demasiado para ser buen señal, la conocía, era una de las niñas en los carteles. Estaba muy delgada, casi en los huesos, sus ojos estaban cerrados, estaba claramente inconsciente.
Verifique si el secuestrador estaba cerca, pero no había rastros.
Guarde mi arma por un momento para correr hacia donde estaba la niña. Mire los candados puestos en esa mierda, iba costar romperla, me fije que fue abriendo sus ojos lentamente, le sonreí lo más calmado que pude sin querer asustarla.
