𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐²¹𝐹𝑢𝑛𝑒𝑟𝑎𝑙

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La muerte no existe, la gente sólo muere si se olvidan; si puedes recordarme, siempre estaré contigo.

Isabel Allende

FlashBack

"marzo 20 de 1990"

Fueron días de llenas de agonía, de mucho dolor y llanto. Todo estaba destruido, colapsando poco a poco, estaban desesperados. Los cuerpos de esos dos jóvenes todavía no aparecían.

Los habían buscado por cielo, mar y tierra, pero de ellos nada se sabía.

El Internado estuvo plagado de policías, los noticieros estaban a las afueras de este, esperando a que alguien saliera y les diera, aunque sea, una breve información.

La autopsia ya había sido realizada, los resultados de esta no eran conocido hacia el público, aunque las familias de los afectados algo sabían. Habían esperado algunos días, querían sepultar a los seis juntos, y el mismo día.

Pero las horas pasaron, los días se hicieron eternos, y tanto la familia de Valery y Leo decidieron que en forma honorífica y mientras que ellos fueran encontrados, solo pondrían las lapidas.

Los padres de ambos, bien conservaban algo de esperanza de que sus hijos estuvieran vivos, también trataban de adaptarse a la realidad. Una que les decía a gritos que sus hijos, no iban a volver como ellos los conocieron.

El día del funeral llegó.

Todo estaba nublado, solo se podía escuchar la música de esa melancólica música y el llanto de las personas, ese sollozo que era inevitable en una situación como esa. Había mucha gente, incluso personas de otros estados que vinieron a apoyar.

Pareciera que se iba a poner a llover y nadie tenía ni un solo paraguas.

Toda la ciudad en verdad estaba presente en el cementerio, era conmociónante, aterrador y triste. Como un crimen de ese grado hubiera ocurrido en esos lugares, era la primera vez, y esperaban que fuera la última.

Ese crimen estaba recorriendo los canales de noticias de todo el mundo, sus rostros estaban en cada canal. Sus asesinatos eran atroces, inhumanos, de los cuales nadie soñaría alguna ves que pudieran pasar.

Menos en un Internado como ese, tan prestigiado, el mejor de muchos condados. Solo iban los adolescentes provenientes de familias ricas.

La mitad de personas justamente eran alumnos, bien también se hicieron presente todos los profesores. Y por motivo obvio había varios agentes de FBI rodeando y caminando entre todos.

Estaban pendientes y concentrados en encontrar a alguien raro por así decir.

Salieron justamente seis carrozas, a pesar que solo había cuatro cadáveres. Seguidos a pie por toda la multitud, ese sería su último recorrido. Caminaron de manera lenta hacia el cementerio, y después de unos silenciosos minutos; Llegaron.

Los guardias espantaron a los periodistas que trataban desesperadamente sacar fotos. Los primeros familiares en bajar fueron los de Azael, todos vestían de negro y llevaban lentes oscuros evitando así que se notara sus hinchados ojos producto del llanto constante de esos últimos días.

Su madre llevaba un largo vestido y un velo que cubría su espalda. De esa manera llevaba sujetado de la mano a un pequeño niño pecoso, que no tendría más de cinco años. Este miraba hacia todos lados confundido y sin parar de sollozar, este bien todavía no acababa de caer en cuenta de todo lo que estaba sucediendo.

Mientras que su padre llevaba a sus otros dos hermanos, uno de ocho y otro de trece. Pararon a un lado del camino, aquel hombre de mismo color que Azael soltó a los niños sin no antes abrazarlos para así alejarse unos metros y tomar uno de los lados del ataúd de su hijo.

𝐈𝐧𝐭𝐞𝐫𝐧𝐚𝐝𝐨 𝐀𝐢𝐠𝐧𝐞𝐫 ▪︎ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora