-Vamos Edward- habló con cierto aire de autoridad la mujer mientras sujetaba entre sus manos uno de los pequeños bracitos del menor, que se sacudía frenéticamente para que ésta la liberara de una vez pues pretendía huir de su tacto como un animalito salvaje. Poco estaba acostumbrado a la cercanía de aquella mujer y malos recuerdos evocaba a su memoria trayendo al presente la madre que había perdido- tu comportamiento deja mucho que desear- lo regañó de forma pasiva la mujer mientras pretendía soportar aquella pequeña rabieta que impulsaba al menor a revolcarse en el suelo como si fuese un niño pequeño. A penas podía contener aquel ataque que le impulsaba a sacudirse como un tornado mientras de aquella pequeña boquita acostumbrada a las cosas dulces, se limitaba a proferir gritos de horror que se comparaban con una pesadilla. No estaba acostumbrada al cuidado de niños y casi se sentía sobrepasada con la situación, pero respiró suavemente mientras trataba de evocar la calma en su sistema antes de intentar razonar con el menor, dentro de ese manojo de ira incontrolable debía de haber un deje de razón. Ciertamente se estaba comportando de una manera nunca antes pensada, pero denotaba el cansancio de una mala noche y quizás del ensueño que aún pintaban sus pequeñas mejillas de bebé ¡Oh, dioses inmortales que del cielo juzgan a los incrédulos mortales! ¿Por qué permiten que una criatura tan dócil al tiempo sufra de los imprevistos de daños causados por terceros? ¡No tenía la culpa de nada en lo absoluto, era un buen niño, siempre había sido amable con los demás! ¿Y eso que le dejaba ahora? Estaba terriblemente agotado, peleando una batalla que no iba a ganar contra aquella dulce mujer que no tenía la culpa de lo que había sucedido. Aquel pequeño manojo de furia e inseguridad era tan solo eso, un pequeño niño, retoño dorado de un error descomunal que lo había llevado al insaciable quiebre que lo retenía en la propia dualidad de su existencia, un niño asustado del mundo que lo rodea, una criatura de dorados ojos que ahora se deshacía en gritos mientras sus pies se deslizaban contra el suelo y aquella mirada fiera se ocultaba bajo un torrente de lágrimas que herían el ánimo de cualquier espectador- vamos, corazón- fueron dulces sus palabras mientras se aferraba a aquel pequeño bracito para evitar que se escapase de su tacto, Ed jalaba de su brazo mientras golpeaba el suelo con sus pequeños y adorables pies, cruzando sus piernas de vez en cuando denotando lo que realmente estaba luchando por ocultar. No había nada como aguantarse las ganas de orinar en la mañana, era algo genuinamente molesto y más para un niño, pero allí estaba, molesto hasta la muerte mientras trataba de negar lo innegable. Testarudo hasta la muerte- Vamos Edward deja de luchar, es solo orinar, no tienes que tener vergüenza de ello- le recordó la mujer viéndolo juntar sus pequeños pies de manera que con su otra mano apretaba su vientre bajo intentando aguantar las ganas de hacer algo tan normal como vital ¿Por qué debía hacer una tormenta de cualquier pequeña lluvia? Vamos, no era algo que ella pudiera hacer por él, no podía creer aquel atisbo de estupidez tan genuina, jugando a las escondidas con esa graciable tozudez. Aquel niño se negaba a responder asertivamente a las demandas de su propio y nuevo cuerpo, lucharía con uñas y dientes para evitar hacerlo... solo quería volver a la cama, acurrucarse hasta que todo se desvaneciera en un sueño incierto- Bien, no podemos seguir así- estalló finalmente la mujer soltando finalmente su brazo, haciendo que el menor se llevara los dedos a la boca mientras parecía hacerse más y más pequeño- necesito que te tranquilices, no puedes seguir gritando ¿Viste lo temprano que es? Vas a despertar a los vecinos- utilizó la lógica.
-¡NO QUIERO! - le gritó terriblemente enojado el menor de manera que la mujer suspirara, estaba teniendo una discusión estúpida con el muchacho debido a que éste se negaba a ir al baño a orinar por dos razones que refutaban totalmente su obstinado pensamiento, siendo cada una más ridícula que la otra. Primero no alcanzaba el inodoro con el pobre tamaño que tenía en ese momento y segundo, le daba vergüenza su cuerpo tan pequeño como estaba, se sentía más que vulnerable quería acostarse hasta que despertara de esa pesadilla como un niño pequeño. Cuando atinó a alejarse un poco más, ella se apresuró a sujetarlo de sus hombros pequeños y temblorosos que parecían capaces de romperse en pedazos si no tenía cuidado en la manera que los estaba sosteniendo. Era tan pequeño- ¡Déjame solo! Déjame, no me toques- le pedía el menor mientras aquella melena rubia ceniza se sacudía sobre su cabeza mientras más trataba de librarse. Volvió a sujetarle del brazo con cuidado deteniendo otro estallido de molestia con una sacudida suave que pareció funcionar como cable a tierra. La mujer no soportaría mucho más aquel desatino de humor del muchacho mientras veía como intentaba atentar contra su propia salud física, no solo al estar reteniendo las ganas de orinar sino cuando sujetaba su propio bracito con aquella prótesis de metal y trataba de aflojar su agarre, dejando una coloración rosada en las zonas que tocaba. Estaba incontrolable, pero no era totalmente su culpa, solo estaba cansado y no sabía cómo lidiar con la frustración, se sentía perdido y solo alejado de su hermano, era de esperarse ¡pobre criatura nacida del sol! Solo quería acurrucarse junto al fuego y llorar amargamente las penas que nuevamente retrasaban el recuperar su cuerpo y el de su hermano ¡verdad cruel! ¡Amargo destino! Destruye el ánimo de aquella criatura que rota en llanto se reconoce como humana- Me estás lastimando- atinó a arrastrar aquellas palabras el pequeño mientras frotaba su antebrazo suavemente, tirando la cabeza hacia atrás para observar a la inamovible mujer quien sin inmutarse lo observaba a su vez, inmerso en su pequeñez.
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Etéreo
Fiksi PenggemarUn macabro plan sin vuelta atrás da lugar a que el joven Edward Elric se convierta en algo que le trae pesadillas, en un niño de nuevo. Este accidente debe mantenerse oculto de todo el mundo por la magnitud del problema, por lo que Roy Mustang y Riz...