Capitulo veintidos

93 6 6
                                    

Lo observó allí completamente dormido sobre el cambiador, con sus hermosas y largas pestañas doradas rozando sus mejillas, divino, como si hubiese escapado del paraíso por algún descuido, Roy, ateo jurado, no se explicaba la belleza de su criatura. El rosado rubor de la inocencia cubría por completo sus mejillas, sus labios de cereza y su pequeña nariz, haciendo que su pálida piel destacara como el atardecer ocaso. Pacífico, silente, con el rostro angelical detenido en un suspiro cansado, rezagado en un llanto anterior que ya se había desvanecido, dejando como único recuerdo aquel sueño inherente a su naturaleza ciertamente humano. Su lacio cabello rubio ceniza, desparramado y libre caía sobre la frazada blanca que habían colocado sobre la mesada para evitar que se enfriara demás en el cambio. Había sido un día bastante pesado para todos, pero reconocía que el menor se había aguantado todo aquello con esa sonrisa divertida que lo caracterizaba. Y eso ciertamente le apenaba, la manera en la cual Ed parecía dispuesto a acomodarse a cualquier cosa. Resiliencia le decían, pero para él simplemente era desolador. Le dio vueltas a esa idea mientras le colocaba los abrojos al pañal nuevo, dejando el sucio a un costado. Pese a lo que podía llegar a pensarse, el cambio de pañales ya se había vuelto algo rutinario, ciertamente necesario y aprovechando aquel pequeño break incluso le había colocado uno saco de lana sobre sus abrigos para protegerlo si aún se podía, de las inclemencias del tiempo. Central estaba en su épocas más frías del año, de seguir así, tendrían que ir a comprar ropa de invierno pronto. Realmente estaba fresco, había mucho viento y para llegadas las 5 de la tarde, realmente consideraba si exponer a la criatura a la helada que había fuera. Aunque reconocía que no podía encerrarlo dentro de una burbuja toda la vida, para que no se lastimara, para que nadie siquiera mirase en su dirección (aunque era ciertamente tentador). Estaba traumatizado con la idea de perderlo nuevamente, no podría soportarlo, no ahora que sus deditos se entrelazaban con los suyos. Y lo supo, daría su vida completa por un segundo más junto a él. Suspiró mientras le acomodaba la remera dentro del pantaloncito, asegurándose de que estuviera todo en su lugar para evitar de esta manera que el calor se escapara. Con cuidado, con una ternura y afecto que renacía cada vez que lo veía- eso debería bastar por ahora- Con aquel agradable aroma a talco y crema de coco, simplemente frotó los piecitos del pequeño encerrados en sus mediecitas amarillas, soplando aire caliente a las mismas antes de guardarlas dentro de sus zapatillitas deportivas. El pequeño arrugó ligeramente el entrecejo antes de hacer un puchero suave que se perdió una vez giró su cabeza hacia la derecha, quizás huyendo de la molestia de los focos. Sonrió lleno de ternura en la mirada antes de acunar aquel rostro con sus manos, viendo con la falta que aquel dientecito hacia dentro de su boca, dejando un gran espacio en el lugar indicado. Oh, ahora apenado pensaba en qué haría sin sus dientecitos de conejo, si tenía suerte, olvidaría el incidente y seguiría jugando. Recordó aquel instante lleno de desesperación que significó a ambos verle tan asustado... negó con la cabeza espantando aquel pensamiento, odiaría tener que repetir otro momento como ese, así que Ed tenía que aprender que los dientes se quedaban dentro de la boca- Sí que nos diste un buen susto, acero- soltó aire por su nariz antes de mover sus hombros en círculos hacia atrás, estaba demasiado estresado con el trabajo, pero ahora simplemente tenía ojos para su pequeño- espero que duermas como se debe esta noche- sonrió colocándole una mano cariñosa en la panza, era tan chiquito que su mano se veía gigante en comparación- en tu camita como un niño grande ¿Mhm?- con cuidado ahora colocó una de sus manos en la nuca de la criatura, mientras que la otra se afirmaba en su espalda baja, guiándole hasta su pecho, donde hundió su carita. Sus rubios cabellos nuevamente danzaban sobre sus hombros mientras ambos abandonaban el baño, no sin antes llevarse la frazada blanca que ahora cubría con vehemencia los hombros de la criatura, impulsándole de alguna manera a continuar durmiendo. Parecía una tontería lo rápido que había bajado la temperatura, incluso podía escucharse al viento rugir y hacer temblar las ventanas, una tormenta se acercaba a grandes pasos a su ubicación, aquello era algo más que sabido. Los viejos abrigos ya habían sido desempolvados y nada quedaba de algún cálido día lejos de ese frío sepulcral. Incluso los soldados marchaban ya con desánimo envueltos en sus ropajes invernales, todo el aire fraternal había sido cubierto por aquel manto ligeramente azulado que a todos parecía mandar a dormir. Este evidente atontamiento le ponía los pelos de punta, no iba a permitir que bajaran la guardia, aunque sea un solo minuto. Apartó esos pensamientos recurrentes mientras escuchaba un suave quejido por parte del pequeño- sh...sh...sh- rápidamente se centró en el pequeño, estaba totalmente seguro de que Edward percibía más de lo que le gustaría admitir. Riza ligeramente más calmada, tomaba un té sentada en el sillón de cuero, se veía ciertamente abatida, ya sabía Roy que dentro de su cabeza no paraba la pobre de cuestionarse lo ocurrido, echándose la culpa de aquel pequeño y tonto desliz. Aquello era una tontería, pero reconocía como las demás mujeres la miraban cuando ella paseaba junto con la criatura, como si juzgaran cada paso que ella daba, como si pudieran hacerlo mejor. Y eso francamente le indignaba, nadie haría sentir mal a su chica, menos un grupo de inadaptados cuya única aspiración se quedaba en el recinto de al lado. Riza era increíble en todos los aspectos en cada circunstancia, dedicada, amorosa, protectora... una rosa florecida en aquel pantano decadente, simplemente la observó silente antes de dibujar una suave y casi imperceptible sonrisa. Siempre había sido así, ella tenía tanto corazón que las personas a su alrededor se aprovechaban sin ningún tipo de piedad, y eso, francamente era bastante triste de observar. Creía entonces, algo abatido, que las personas de luz como ella siempre atraían con su bondad a los que lo necesitaban... aunque muchas veces no supiesen como entender ese afecto. Llevó una de sus manos al rostro de la mujer, acunándolo suavemente antes de darle aquella mirada que solo podía describirse como "infernalmente preocupado"- Hey- le dijo con suavidad mientras ella rehuía de su mirada- no pienses más en eso ¿Sí?- fue dulce- es parte de la vida, no hay nada que hacer- era casi gracioso que aquella férrea mujer ahora comenzara a preocuparse por aquellas trivialidades. Unió suavemente sus labios con los de ella en un beso completamente lleno de ternura antes de simplemente suspirar- ¿Estás bien, amor?- murmuró preocupado sosteniéndole de la barbilla.

EtéreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora