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capítulo dedicado a: LudmiKlena_98 


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Sus labios tibios y delicados al roce parecían ser las mayores de las delicias, o eso pensaba Taehyung con su corazón galopando a mil kilómetros por hora y el sonrojo en sus mejillas tan acentuado que podría desfallecer en cualquier instante. Sus dedos tímidos pasearon de manera leve sobre el cuello de Jungkook, mientras que ese pequeño encuentro fortuito de pasiones enterradas se acrecentaba. Los dedos helados y temblantes ciñeron con delicadeza la piel manchada en lágrimas doradas, y parecía que los partidos labios del pelinegro salían volando por la emoción.

Sus alas se movieron acariciando la espalda del castaño, logrando que el capullo se cierre mucho más, como intentando ocultar todo aquello que era tan nefasto ante los ojos ajenos. Sus manos nerviosas no sabían que hacer, por lo que sólo apoyó de manera sutil a cada lado de Taehyung, rozando en leves contactos que hicieron sentirlo en el cielo. Como volando entre las nubes blancas, pegando brincos sublimes y elevándose al más reluciente de los paraísos. Jungkook lo deleitaba, no sólo sus párpados cerrados con fuerza o sus manchas doradas lo dejaban atónito, sino también esa forma que tenía de...

¿De quererlo?

Algo tan puro y sin una pizca de siniestro, ese pequeño ser se encontraba allí dando todo de sí para comprender sus mismas sensaciones. Las burbujas relucían a su alrededor, flotando con desdén intentando no romperse, no explotar. No mostrarle a aquellos jóvenes tan concentrados en ese beso exquisito que las cosas en realidad eran muchísimo más complicadas.

Pero los pianos dulces eran mucho más importantes, tales como esos roces lentos y ese leve movimiento entre los calores compartidos. Sus torsos unidos lograban dar una danza ligada a sus respiraciones en compás, frotándose de manera ligera pero electrizante, infartante. Todo lo que sentía Jungkook era tan nuevo que sólo le daba más ganas de explotar en ese férvido llanto colorido hasta ser capaz de comprender algo. El movimiento incesante de su corazón, la forma en la que sus pulmones subían y bajaban enfurecidos, sus alas queriendo cubrirlos de las tragedias y esas cosquillas debajo de su cintura que ejercían presencia cuando Taehyung se frotaba con más fuerza.

Los chasquidos no se hicieron esperar, fue el bicolor el que entre abrió de manera ligera sus labios para darle una bienvenida colmada de bellas intenciones al pelinegro. Juntos movieron sus bocas en un compás sublime, de izquierda a derecha, del cielo a la tierra. Ida y vuelta con las pestañas manchadas en humedad, sus dedos tan quietos que parecían quedar en esos lugares para siempre.

El bicolor se separó por unos segundos para poder tomar aire, y unió sus narices en un perfecto enlace. Su forma respingada era totalmente diferente a la curva de Jungkook, pero juntas encajaban de maravilla. Afianzó el agarre alrededor de su cuello, como buscando fuerzas dentro de sí mismo para no soltarlo nunca más.

—No pensé que... Es que... —Balbuceó confundido, tratando de enfocar sus preciosos ojos en los de Jungkook, tan cercanos que lograban deformarse y bailar sobre sus mismas cuencas. —No pensé que un beso tuyo sea tan perfecto...

—¡Yo ni siquiera sabía que se llamaba beso! —Exclamó el pelinegro con una media sonrisa radiante, algo que sin duda superó en todos los sentidos cualquier cosa que Taehyung presenció en su inmunda existencia. Porque sí, era inmunda hasta que un tierno joven lo atropelló con su bicicleta. —Los besos son hermosos, quiero más. —Dijo entusiasmado, tan alegre que nada podía compararse en el mundo. Y Taehyung acercó sus bellos labios rosados para rozarlos de manera lenta y tortuosa, un contacto que hasta erizó las plumas más recónditas de sus alas. Y cuando sus narices chocaron nuevamente para comenzar con sus delirios, algo los detuvo.

Heterochromia • ADAPTACIÓN • JJK + KTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora