EPILOGO

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Sabor metálico.

Dorado.

¿Plumas doradas?

¡Plumas doradas!

Un cuerpo tendido en el suelo...

Oscuridad.

Taehyung odiaba despertar en lugares desconocidos, y es algo que aprendió con la experiencia. Porque jamás en su vida pensó que podría ocurrirle tantas veces en el mismo año, en la misma cantidad de meses. Con cuidado movió cada uno de sus dedos tratando de detallar la superficie, parecía una tela suave y cálida. Un colchón, una cama, ¿De quién?

Abriendo lentamente sus ojos se encontró directo con la luz de la media mañana colandose por la ventana. Tenue y exquisita, con varias partículas moviéndose por el aire de la habitación. Parpadeó un par de veces intentando recordar.

Alas doradas.

—Ay no...

Un demonio.

—No no...

Un cuerpo.

—Jungkook... —Susurró tratando de encontrar un equilibrio y con la poca fuerza de sus codos trató de elevar su cuerpo. Pero volvió a caer a la superficie logrando que su cabeza rebote en ligeros toques. Sólo podía sentir los gritos atroces de Jungkook en sus oídos, cantos errados y Namjoon llorando sobre él. Todo aquello ocurrió antes de quedar inconsciente. Entonces...

Escuchó la cadena de un baño y en seguida una puerta se abrió. Los pasos se acercaron a él con velocidad al notar los leves párpadeos, la forma en la que intentaba acostumbrarse a la luz.

—¡Despertaste! —Escuchó la voz gruesa de Seokjin sonriendo ligero, que se sentó a su lado sobre el lecho y en seguida notó algo impactante.

Algo que cambió para siempre su existencia.

Su piel era suave y tersa, blanca como la superficie de un papel. Sus ojos eran de un extraño matiz que no pudo descifrar, pero era normal. Al igual que su cabello rubio hasta las orejas y los labios carnosos y la fina nariz... Todo en él se veía malditamente normal, todo.

—Seokjin... Te veo... Te veo bien... —Susurró incrédulo y luego sonrió ligero, retomando la fuerza de algún patrón extraño dentro de su cuerpo. De la felicidad desbordante que sentía de repente por dejar de ver las cosas tan asquerosas, por ser por fin alguien normal en un mundo lleno de destrucción. Con debilidad marcada en sus facciones lo abrazó sobre los hombros y ocultó su rostro allí, y oyó las pequeñas risas de Seokjin.

—Me alegro tanto por ti Tae, tu ojo ahora ya no tiene nada blanco. Es totalmente celeste, es como si miraras al cielo... —Dijo en voz baja y el menor desplegó una pequeña carcajada de alegría. Una que por fin lo hacía respirar en paz, lo hacía sentir vivo y bien. Por fin algo dentro de su existencia salía bien. —Jungkook te curó.

—Jungkook... —Susurró Taehyung de repente sintiendo un peso encima demasiado enorme. Y se separó de Seokjin con lentitud hasta quedar frente a frente. Era nuevo con las miradas de costado, también con las expresiones faciales simples. Debería acostumbrarse a leer nuevamente a las personas, era por eso que no podía captar que le estaba diciendo él con sus gestos. —¿Qué pasó con Jungkook?

—Él... —Seokjin suspiró un poco alterado, despeinando los cabellos con locura antes de suspirar desganado. Tragó saliva unas cinco veces antes de que su cuerpo por fin responda las señales de su cerebro, antes de caer en cuenta de lo que realmente estaba ocurriendo. —El Serafín fue al cielo para ser juzgado.

Heterochromia • ADAPTACIÓN • JJK + KTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora