XIX

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La noche caía como un manto de lamentos sobre sus pieles intrigadas, y de vez en cuando las miradas bicolor y marrón se mezclaban en desdichadas sinfonías. Los golpeteos de los cubiertos contra los platos parecían ser el único sonido a la redonda, además de los leves parloteos de Hoseok que bebía agua y masticaba con la boca cerrada.

El reloj marcaba las diez de la noche, sí, un poco tarde para cenar una cazuela de pollo en la mesa rectangular del living, pero la invitación al castaño había sido brusca. Bastante intrigante.

" —Quédate esta noche por si las cosas se ponen feas." Fue lo que le dijo Jungkook para convencerlo. Y luego de una rápida llamada a su madre con lágrimas brotando de sus ojos al ver que las alas doradas del pelinegro desaparecían una vez más, cortó con un leve susurro. "Hasta mañana mamá."

Tenía una pluma colgada en el cuello, amarrada con la tanza que era para su clase de escultura. Y de vez en cuando cruzaba sus fervientes ojos contra los de Jungkook.

Las escamas de Hoseok no le impresionaban, tampoco su cabello rojo como el fuego. De cualquier forma ese era su verdadero color. Lo que sí causaba un revuelo en su sistema era la forma que tenían sus ojos, tan rasgados como los de un reptil.

Cerró su ojo celeste por unos segundos, para notar su semblante cálido y ligero. Piel pálida y mejillas sonrojadas, un poco sonrientes por la felicidad plasmada en el corazón. Su amigo de tan ferviente cabello negro estaba cenando en la misma mesa con ese joven que había sido dueño de sus delirios.

—Entonces tu mamá no tuvo problema con que te quedes, ¿No? —Preguntó para aligerar el ambiente, sacando ambos jóvenes de su trance existencial. Clavó esos orbes felinos, esa mirada que tendría la capacidad de enamorar a cualquiera, y negó lentamente con su cabeza. Cortó un pequeño pedazo de pollo.

—No, le pareció extraño porque no soy una persona que tenga muchos amigos. Pero no le molesto. —Susurró en respuesta y Hoseok le regaló una pequeña sonrisa. Increíblemente su semblante parecía adorable a pesar de tener esa aura que marcaba problemas internos consigo mismo. Luego enfocó su mirada en el cabello de Jungkook.

—¿Dónde va a dormir? —Preguntó inocente y él mojó sus labios de manera lenta. Era sin duda muy extraño verlo tan serio, inquietante como los mil demonios. Ese joven que siempre regalaba las más fervientes sonrisas encantadoras se encontraba tan fuera de sí que algo dentro del interior de Taehyung se quebró. Cayó en los abismos más profundos para luego volar entre millones de tempestades.

Con sus ojos levemente aguados, habló.

—En mi cama, yo en el sillón. —Bajó su mirada hacia el plato y luego sintió algo colisionar contra su abultado cabello. Tanteó el lugar notando que era un trozo de pollo, y Taehyung se lo había arrojado usando su tenedor de catapulta. —¡Auch Tae!

—Yo en el sillón, tú en la cama. —Dijo el menor totalmente decidido y el Serafín le regaló un pequeño puchero. Se notaba que sus ánimos se hallaban por los subsuelos, ya que sólo estar cerca de Taehyung agitaba demasiado sus órganos, le daba razones para creer que quizá todo lo que le decían era un error.

Pero sí, las marcas en su espalda podrían abrirse más, las plumas podrían colisionar contra el suelo y caer hasta los más oscuros infiernos, pero pagaría el precio que había que pagar sólo por ver unos segundos más esa mirada tan cambiante, esos orbes que reflejaban pureza y poesía infinita.

—¿Y si mejor duermen juntos? —Preguntó Hoseok, y Taehyung que estaba tomando agua, se ahogó logrando que le salga por la nariz. En seguida comenzó a toser y hacer movimientos extraños con su rostro por la molestia del líquido, y la risa de Jungkook se hizo muy estridente. Esos sonidos bellos de otoño y cascabeles al compás eran tan perfectos que no podía dejar de gestualizar por su molestia. Quería que ese canto celestial dure para siempre.

Heterochromia • ADAPTACIÓN • JJK + KTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora